Biografía de Joseph Gleber (traducido del libro "Medicina del Alma")
Joseph gleber nació en la ciudad
de Hoffenbach, Alemania, el 15 de agosto de 1904. Era hijo de judíos y, como
tal, tuvo dificultades para completar sus primeros años de estudio, debido a
los inmensos prejuicios reinantes y a la frialdad con la que fue tratado, a
pesar de haber nacido en territorio alemán. Después de mucho trabajo y lucha se
dedicó con ahínco a sus estudios, trasladándose posteriormente a la capital.
Estudió el curso superior de Física en el Instituto Alemán de Física donde se
licenció. Después viajó a Austria, donde estudió en la Universidad de Viena.
Mientras estaba en la capital austriaca, se dedicó a estudiar medicina, lo que
le resultó muy beneficioso, ya que sabía por intuición que más tarde tendría
que afrontar grandes luchas en su país, al ser un judío nacido en Alemania, y
que podría beneficiar a otros con sus conocimientos sobre la salud y la
enfermedad.
Tras una larga estancia en Viena,
se enamoró de una joven, también hija de judíos, comerciantes de la capital
austriaca, cuyo nombre era Herta Misloy, nacida en Salzburgo, Austria. Se casó
con ella y regresó a Alemania para vivir en Berlín, donde empezó a trabajar en
medicina y a enseñar física en comunidades judías, principalmente a los más
pobres, dando atención médica gratuita. En 1935 tuvo un hijo, Rudolph, y otro
en 1936, llamado Kleine, cuando la salud de su esposa llegó a requerir mayores
cuidados por su parte. Después de este suceso, pudo entablar un largo contacto
con Enrico Fermi (1901-1954), físico italiano, lo que le permitió profundizar en
la investigación atómica, junto con algunos científicos que entonces
investigaban en este campo.
Tras este periodo, Joseph Gleber
fue invitado por el gobierno alemán a formar parte de su equipo de físicos, ya
que sus conocimientos eran tales que despertaban la admiración de los físicos y
académicos del régimen nazi. Al principio de la Segunda Guerra, en 1939, fueron
confinados en campos de estudio y laboratorios completos, que les fueron
entregados para desarrollar tecnologías para mejorar los combustibles
utilizados por los alemanes. El Dr. Joseph Gleber no sabía que estos
combustibles alimentarían las destructivas bombas aéreas, desarrolladas por
otro físico, que derramaron mucha sangre en Inglaterra y provocaron el
sufrimiento de multitudes de vidas inocentes.
Los nazis eran muy recelosos y
subdividían su trabajo en equipos independientes para evitar el espionaje, algo
natural en tiempos de guerra. Por esta razón, estas investigaciones se llevaron
a cabo por etapas, de modo que sólo ciertos comandantes de la inteligencia de
Hitler pudieran unir las piezas investigadas y montar el rompecabezas, es
decir, llegar al producto final. Esto ocurrió en todos los ámbitos, como nos
cuenta nuestro amigo Joseph Gleber.
Tras la ofensiva en Inglaterra,
los científicos fueron cambiados de lugar, por razones de seguridad, ya que
algunos de ellos estaban aislados, sin mucho contacto con el mando supremo
nazi. Todos estaban orientados a desarrollar estudios y experimentos,
manipulando ciertos datos que les dieran viabilidad para la creación de la
bomba atómica, porque, en esa época, ya se sabía mucho sobre el tema. El
gobierno de Hitler indicó a personas de su confianza -algunos científicos como
Joseph Gleber, Oppenheimer[1] y otros físicos- que
realizaran las pruebas necesarias para la construcción de una bomba nuclear,
con el objetivo de la posible victoria sobre otros países para someterlos a la
dominación tiránica.
Joseph Gleber nos cuenta que se
dio cuenta a tiempo de lo que estaba ocurriendo y de las consecuencias, en caso
de dedicarse al desarrollo de este proyecto. Decidió entonces: no terminaría la
parte que le correspondía, posponiendo su conclusión todo lo posible. Aunque
los demás científicos del régimen ya habían terminado el trabajo que les
correspondía, no sirvió de nada, porque dependían del suyo, y él nunca lo daba
por terminado. Nos cuenta el amigo Joseph Gleber:
Oppenheimer ya había terminado
lo que se le había encomendado en los estudios y experimentos relativos a la
bomba; Von Brown, ya muy avanzado en sus estudios, se unió a otros científicos
para promover el poderío alemán con mayor rapidez; otros compañeros terminaron
las pruebas y desarrollaron su parte, como se les pidió, y yo sólo retrasé mi
parte, porque llegué a la conclusión de que no debía participar en este
terrible proyecto. Fue entonces cuando las altas esferas del gobierno
decidieron cobrarme la parte encomendada, porque sin ella no podían
materializar los planes de la bomba atómica, y entonces se enteraron de que yo
había estado retrasando todo este tiempo, precisamente para posponer el
resultado, hasta que hubiera alguna interferencia que impidiera los desvaríos
del mando supremo de Alemania. Sin mi investigación, les habría sido imposible
lograr nada en el campo atómico. Mi decisión fue tomada después de muchas
luchas íntimas, porque sabía los riesgos que correría. No sólo yo, sino también
mi familia. Después de mucha meditación, recurriendo a los valores morales
adquiridos en años de luchas interiores y dificultades, no dudé. Preferí
sacrificarme y sacrificar a mi familia que sentir en mi conciencia el peso de
la destrucción de millones de vidas inocentes que sucumbirían en caso de que
Alemania obtuviera el control de la bomba atómica.
Continuando, el amigo espiritual
nos narró:
Y así, el 13 de abril de 1942,
me llevaron, con mi esposa y mis dos hijos, a un horno crematorio, y nos
incineraron a todos vivos. A día de hoy me alegro de haber tomado esa decisión;
pude comprobar que gracias a ella el poder del lll Reich no tuvo éxito en
muchas de sus iniciativas. Ciertamente, los inmortales que dirigen nuestro
mundo han confiado en mí, y en virtud de esa confianza y de las convicciones de
mi espíritu sobre los valores eternos, he seguido en este lado de la vida
trabajando para que mis hermanos pudieran comprender y valorar la vida en
cualquier forma que se manifieste, con el apoyo de la Providencia. Estoy seguro
de que lo que he realizado ha sido indicado por nuestros amigos desde lo más
alto, y, siendo así, he sido invitado a promover el estudio y el trabajo que
ayudan en las tareas a las que me dedico.
Ahora bien, a través de este
trabajo -haciéndose siempre presente, a veces a través de la clarividencia, a
veces a través de la audición y, la mayoría de las veces, por medio de la
psicografía-, el amigo espiritual viene a darnos algunas aclaraciones sobre
varios temas, aunque todos ellos tienen como núcleo las cuestiones que
conciernen a la salud espiritual. Hay que señalar que estas notas conservan el
carácter personal de su autor espiritual; representan su propio pensamiento,
desprovisto de toda ortodoxia o espíritu sectario.
del médium Robson Pinheiro
[1] El nombre de Oppenheimer
se asocia generalmente con el dominio de la tecnología nuclear y el desarrollo
de la bomba atómica por parte de Estados Unidos. Cuestionado sobre la razón de
incluirlo entre los científicos "de confianza del régimen nazi",
señalándolo como un agente al servicio de Hitler -lo que aparentemente
constituiría un error-, el autor espiritual determinó mantener el nombre del
célebre investigador exactamente en el contexto en el que se menciona. Según
él, corresponde a la investigación humana establecer los vínculos entre
Oppenheimer y el gobierno totalitario; aunque este hecho no esté demostrado en
las pruebas conocidas por el público en general, prefiere sostener lo que,
según su punto de vista espiritual, corresponde a la verdad histórica.