martes, 14 de mayo de 2019

Sentimiento filosófico y religioso

Sentimiento filosófico y religioso



Resulta a ratos curioso y a ratos preocupante que, a 161 años de su codificación, el Espiritismo siga despertando debates y controversias en su mismo seno. Esto demuestra de manera incontestable que el Espiritismo sigue siendo todo un desafío, hasta para los mismos espíritas...

Una cosa es el libre y natural 'modus operandi' con el que cada cual lo viva, y otra muy diferente reinventar, al gusto de cada cual, una filosofía integral y transformadora que, además, tiene toda una línea doctrinaria bien definida y diferenciada... Y es que muchos se dedican a reunir y añadir cuantos elementos ideológicos considere necesarios (aunque en el cuerpo general espírita ni figuren), así como otros, reinterpretan el mensaje dándole giros esotéricos, cientifistas o religiosos de los que carece.

La inercia cultural, la mezcolanza y el temor a pensar diferente, crean muchos más obstáculos para la siembra espírita de los que podríamos pensar...

Debemos emplear mucha perseverancia, lógica doctrinaria y valentía para poner la verdad del Espiritismo por encima de personas, organizaciones y sincretismos. Es una responsabilidad y un deber pendiente que todos los espíritas compartimos...

El espírita con buen sentido nunca interpretará tal o cual libro como "palabra de Dios", sino que proseguirá estudiando y con la mente abierta, ni caerá en la adoración de este o aquél escritor o figura destacada (pues más allá de la sana admiración, sabe que como encarnado, nadie es infalible), en una palabra: estará muy atento a los peligros y los rostros encubiertos de la vanidad, el inmovilismo o el fanatismo (presentes en él mismo, en su grupo de estudio o en el movimiento de su país), y sin desprecios o rupturas innobles, se colocará siempre de parte de la verdad espírita, aunque esto le reste apoyos o lo conviertan en menos popular.

Divulgar la literatura espírita (y no perder de vista las fuentes originales), revisionar los pasos dados y adoptar nuevas estrategias organizativas a nivel de centro o de federaciones, puede ser más importante que la creación de nuevos centros o la celebración mecánica de un nuevo Congreso anual (que, quizá, poco tenga que aportar ya, al haberse convertido en un esquema organizativo cerrado y repetido).

La diversidad es un hecho y no tiene por qué ser una amenaza, sino una oportunidad para construir diálogo y camino. En algún momento, nos olvidamos que pertenecemos a una escuela de racionalistas y librepensadores, y que esto forma parte del sello espiritista... Y este es un síntoma alto preocupante en nuestro movimiento, porque denota que hemos dejado a un lado la filosofía y hemos apostado por el ataviado religioso, es decir: se acabó el debate constructivo, el libre pensamiento y el diálogo progresista.

¿Qué pensaría Amalia, Vives o Colavida sobre nomenclaturas importadas como "evangelización", o el añadido de "religión" a la definición de Espiritismo?

Ni siquiera existe un "Espiritismo cristiano"... por dos motivos explícitos y racionales: Porque Kardec y los Espíritus utilizaron "Espiritismo", a secas, sin añadidos; y porque el Cristianismo es un movimiento religioso surgido con San Pablo después de la muerte de Jesús, que dicho sea de paso, nunca fue "cristiano"... (Por las mismas o similares razones culturales podríamos decir también que el Espiritismo es judío, gnóstico o teosófico...).

Al hilo de lo anterior, meditemos en las lúcidas palabras de Manuel Porteiro: “Indudablemente se confunde a menudo el sentimiento "religioso" con el sentido filosófico: el primero se va perdiendo en los espíritus evolucionados, por ser instintivo; el segundo, va despertando a medida que aquel se extingue”.

Y en efecto: los Espíritus revelaron una filosofía práctica y una fe razonada, nunca una religión; carece de toda lógica que nuestras reuniones parezcan clases de catecismo ¡cuando Kardec, tanto luchó buena parte de su vida por establecer la escuela laica!

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La Espiritualidad tenía muy clara la intención de definir a la naciente doctrina de manera expresivamente diferente, de manera que rompiera con los moldes ideológicos del pasado y expresara la fuerza viva de toda una idea nueva y revolucionaria.

Haremos mucho más por el mensaje de Kardec con un comportamiento natural, cordial y positivo, que divulgando (explícita o implícitamente) un Espiritismo más exigente que fraterno, y de retórica cargada de intenciones adoctrinantes y moralismo simplista y rancio.

Vivir el Espiritismo de manera quietista es inmovilizarlo en espíritu de sistema... proyectarlo de forma "pastoral" y conservadora, es tener la experiencia de un Espiritismo ambiguo, sincrético y timorato, con escasa capacidad para enfrentarse a los problemas y desafíos de la humanidad del siglo XXI.

El Espiritismo es progreso, y no se puede hablar de propuestas renovadoras y permanecer influidos por los viejos esquemas.

El miedo o la tendencia a no cuestionar formas de acción: sean libros, modelos organizativos (encuentros, congresos, etc) u opiniones de líderes consagrados, quizá contribuya a hacer espíritas "de manual", pero escasamente hará espiritistas amantes de la verdad, lo que termina haciendo de las federaciones o asociaciones "ghettos" políticos donde sólo sea bienvenido quien piense como la mayoría...

Muchos, finalizarán esta encarnación convencidos que sirvieron al Espiritismo, y sin embargo, lejos de eso, a quien sirvieron realmente es al personalismo... Unos se lamentarán de cómo hicieron las cosas, así como otros de no haber hecho nada por evitarlas...

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Buena parte de la labor que los espíritas tenemos por delante es la búsqueda de la identidad espiritista primigenia, semi oculta entre capas de modismos culturales y nomenclaturas de nuevo cuño (importadas o no) ...

No somos "científicos" en el sentido académico de la palabra (aunque lo seamos desde la metafísica y la ciencia del espíritu); como no somos "evangelizadores", por más que dediquemos parte de nuestro tiempo a la divulgación (esa definición introyectada no se corresponde con el legado espírita) ...y etc, etc.

Sería muy razonable y esperanzador por nuestra parte si reaccionamos y nos sacudimos el comodismo y la manera autocomplaciente con el que hemos estado pensando y viviendo el Espiritismo en las últimas dos o tres décadas, para poder así despojarlo de todos los introyectos y personalismos místico-religiosos, científicoides, etc., que se le ha ido agregando por inercia (y aquí también añadimos los enfoques personales de esta o aquella figura destacada del movimiento que, consciente o inconscientemente, haya creado escuela y seguidores).

Para ser espíritas ni hace falta seguir manuales de estudio hechos en Brasil, ni adoptar prácticas inconscientemente inspiradas por lo teológico. Tan sólo es preciso actuar en base al estudio, el pensamiento racional y el corazón.

Aprendamos de los que tengan más experiencia o de aquellos que sean referencias en la labor divulgativa, pero, por encima de eso, sigamos a Kardec y a los espíritus amigos que, más de una vez, hablarán a nuestro corazón de cosas que los dirigentes y oradores de renombre (no obstante almas perfectibles), hayan pasado por alto o no hayan filtrado convenientemente.

Seamos honestos: igual que entre los espíritas que viven el ideal de manera religiosa se les intuye las reminiscencias católicas del pasado, entre los "cientifistas" (incluyendo a los renovadores y/o amantes de la polémica) se percibe el inconfundible poso de las pasadas vivencias en las filas del positivismo materialista...

La doctrina de los Espíritus tiene un carácter universal, plural y librepensador, pero tiene todo un corpus doctrinario formado por las cinco obras de la codificación...Señalamos esto último porque el Espiritismo puede ser "ecuménico" pero no es de ningún modo sincretista (si arrimamos al mismo cualquier ingrediente metafísico, new age, ritual cristiano, etc., contribuiremos a que su mensaje se diluya o se haga más complicado de entender).

Vengan de Brasil, de España o de cualquier lugar de Sudamérica o Europa, las interpretaciones cientificistas y las religiosas deben ser superadas por el bien de la doctrina.

Esta apertura, este ir hacia delante, debe ser desde el sentido común y la humildad, no es el rendirse ante cualquier propuesta esotérica de moda o las renovaciones (presuntamente necesarias) de este o aquel escritor, científico o figura espírita por caudaloso que sea su curriculum. Porque hay momentos que, por pura y natural coherencia, el espírita cabal deja a un lado la opinión de este o aquel divulgador, de este o aquel libro, y redirecciona sus pasos por la codificación o por las señales que su intuición le marca (luego podrá equivocarse o no, pero nunca será un elemento más sin voluntad propia y tampoco un dogmático).

Juan Manuel Ruiz González

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