El Libro de los Espíritus, piedra angular del Espíritismo
"El libro de los Espíritus" fue la primera obra escrita por Allan Kardec, seudónimo del profesor francés Hippolyte León Denizard Rivail. Nació en la ciudad de Lyon (Francia), el día 3 de octubre de 1804 y desencarnó el 31 de marzo de 1869, en París, a la edad de 64 años.
Nacido dentro de la religión católica, fue educado en un país protestante, en la escuela de Pestalozzi, en Yverdun (Suiza). Se convirtió en uno de los más eminentes discípulos de ese célebre profesor, así como en uno de los celosos propagandistas de su sistema de educación, que ejerció tan grande influencia sobre la reforma de la enseñanza en Alemania y en Francia.
Como políglota conocía bien el alemán –su lengua adoptiva- el inglés, el holandés, teniendo sólidos conocimientos del latín, griego, céltico y de algunas lenguas neolatinas, en las cuales se expresaba correctamente.
A mediados de 1825 comenzó a dirigir la “Escuela de Enseñanza Primaria”. En 1832 se casa con Amélie-Gabrielle Boudet. Siendo ella también profesora, colaboró mucho con él en sus actividades didácticas. No tuvieron descendencia.
Constantemente ocupado en hacer atractivos e interesantes los sistemas de educación, inventó en esa misma época un método ingenioso para enseñar a contar, así como un cuadro mnemónico de la Historia de Francia, con el objetivo de grabar en la memoria las fechas de los acontecimientos de mayor relevancia.
Durante 30 años, de 1819 a 1850, muchas veces superando incomprensiones y contratiempos, Rivail (Allan Kardec) se empeñó en cuerpo y alma en instruir y educar a innumerables niños y jóvenes parisienses.
A la edad de cincuenta años, en el 1854, un amigo suyo, el Sr. Fortier, le informó de un suceso extraño que se estaba poniendo “de moda” en las reuniones de algunas personas de la sociedad parisina. Le habló de las mesas parlantes o mesas giratorias. Fortier le comentó que las mesas, magnetizándolas, giraban y que incluso contestaban a preguntas.
Al año siguiente, el Sr. Carlotti, le comenta de nuevo el insólito suceso de las mesas giratorias dejando caer la posibilidad de que sean los espíritus de las personas fallecidas los encargados de mover dichas mesas. Esto despierta la curiosidad de Rivail, aunque no deja de demostrar sus reservas al respecto.
En mayo de 1855, Rivail acompaña a su amigo Fortier a casa del Sr. Pâtier y son invitados a asistir a algunas experiencias en casa de la Sra. Plainemaison. Rivail queda totalmente impresionado con lo allí vivido. A partir de entonces pasó a frecuentar asiduamente este tipo de reuniones en distintas casas y con distintos médiums.
En ese mismo año, una noche, asistiendo a una de las sesiones en casa del Sr. Baudin, reciben una comunicación de un espíritu que se presenta con el nombre de “Espíritu de Verdad” que dice ser su protector. Allí le habla de una anterior encarnación druida y en la cual se llamaba Allan Kardec. En la misma comunicación le cuenta también la misión que ha venido a hacer aquí en la Tierra y Rivail se pone de inmediato manos a la obra, sirviéndose de la ayuda de diferentes médiums conocidos por él.
Allan Kardec, se convierte así en el codificador, el padre del espiritismo. Gracias a su constancia, dedicación, trabajo, capacidad de aguante, paciencia…, los espiritas de hoy en día nos encontramos con todos los beneficios que el Espiritismo nos da.
"El Libro de los Espíritus" vio la luz el 18 de abril de 1857. Esta primera edición se agotó en pocos días, llegándose a la decimosexta en vida de su autor. Este éxito propició la fundación de la Revue Spirite, publicando el primer número el 1 de enero de 1858, periódico espírita mensual que escribió hasta su muerte, dejando incluso preparado el número del mes siguiente a su desencarnación. Ese mismo año se funda legalmente la Sociedad de Estudios Espiritistas de París, que Rivail presidió hasta su muerte.
Podemos decir que "El Libro de los Espíritus" marcó el comienzo del Espiritismo. Con esta obra, se inició para el mundo la era espírita. En él se cumple la promesa evangélica del Consolador. Al decir esto afirmamos que "El Libro de los Espíritus" es el código de una nueva fase de la evolución humana. Y es exactamente esa su posición en la historia del pensamiento.
No se trata de un libro común que se pueda leer de un día para otro y después olvidarlo en el rincón de una biblioteca. Nuestro deber consiste en estudiarlo, meditarlo y consultarlo, leyéndolo y releyéndolo de continuo. Sobre él se levanta todo un edificio: el de la doctrina espírita, constituyendo la piedra fundamental del Espiritismo.
Con él surgió el Espiritismo y con él se propagó, imponiéndose y consolidándose en el mundo. Antes de él no había Espiritismo y ni siquiera existía esta palabra. Se hablaba del espiritualismo y neo-espiritualismo, de una manera generalizada. Los hechos espíritas, que siempre existieron, eran interpretados de los más diversos modos.
Está dividido en cuatro libros, los prolegómenos y la introducción a la doctrina espírita. Haciendo un profundo análisis de él nos daremos cuenta que los libros primero y segundo hasta el capítulo cinco, se refieren a él mismo, a su propio contenido.
Continuando con este metódico estudio probaremos que "El Libro de los Médiums", que trata con especialidad el aspecto experimental de la doctrina, tiene su fuente en el libro segundo de "El Libro de los Espíritus", a partir del capítulo seis hasta el final, siendo ampliada y reorganizada toda la materia que esta parte contiene en dicho libro, en especial lo referente al capítulo nueve: Intervención de los Espíritus en el mundo corpóreo.
Evidenciamos a su vez, que El Evangelio según el Espiritismo es una derivación natural del libro tercero, donde se estudian las leyes morales, tratando todo sobre la aplicación de los principios de la moral evangélica. Encontraremos incluso las primeras formas de “Instrucciones de los Espíritus”, comunes en el Evangelio.
"El Cielo y el Infierno" es por su parte, una derivación del libro cuarto, “Esperanzas y Consuelos”, donde se examinan los problemas relativos a las penas, goces terrenales y futuros. Incluyendo la discusión del dogma de la eternidad de las penas y el análisis de otros dogmas, por ejemplo, el de la resurrección de la carne y los Paraísos, Infierno y Purgatorio.
Continuando en nuestro estudio, comprobamos que "La Génesis, los Milagros y las Profecías" están relacionadas con los capítulos dos, tres y cuatro del libro primero, y capítulos nueve, diez y once del libro segundo, así como con ciertos fragmentos de capítulos del libro tercero, que tratan problemas genésicos y de la evolución física de la Tierra. Por su amplio sentido, que abarca al propio tiempo las cuestiones de la formación y desarrollo del globo terrestre, y las relativas a pasajes evangélicos y de las Sagradas Escrituras, La Génesis…, se ramifica de una manera más difusa que los restantes libros de la codificación.
Los pequeños libros de introducción al estudio de la doctrina, como "El principiante espírita" y "¿Qué es el Espiritismo?", que no se incluyen propiamente en la codificación, están asimismo relacionados de una manera directa con "El Libro de los Espíritus", derivándose de su “Introducción” y “Prolegómenos”.
Con todo lo expuesto queremos resaltar que Allan Kardec nos presenta la codificación como un todo homogéneo y consecuente, el andamiaje o estructura general de la doctrina, teniendo todas las obras posteriores a ella su punto de partida en el contenido del "El Libro de los Espíritus". Por eso, los vínculos que todos sus libros tienen, deben ser aclarados en profundidad por un estudio minucioso del contenido de las diversas partes de esta obra, en confrontación con las restantes.
Afirmando que "El Libro de los Espíritus" es la parte filosófica de la doctrina, siendo el aspecto de la misma más bien didáctico que propiamente de exposición filosófica, ya que Allan Kardec no era un filósofo, sino un educador, por lo que elabora el desarrollo de esta obra por las respuestas que los Espíritus ofrecían a sus propias preguntas, diciéndonos así que en rigor no fue escrita por él mismo, si no por los propios espíritus.
Aclarándonos este hecho que esta obra no es de modo alguno una doctrina personal, sino que es el resultado de la enseñanza directa de los Espíritus sobre los misterios del mundo donde estaremos un día, y sobre todas las cuestiones que interesan a la humanidad, ellos nos dan el código de la vida al trazarnos la ruta de la felicidad venidera.
Los espíritus anuncian que los tiempos designados por la providencia para una manifestación universal han llegado ya, y que, siendo ministros de Dios y agentes de su voluntad, su misión es la de instruir e ilustrar a los hombres, abriendo una nueva era a la regeneración de la humanidad.
"El Libro de los Espíritus" es la recopilación de toda su enseñanza. Es por eso que, el estudio de una doctrina tal como la Doctrina Espírita, que nos lanza de súbito a un orden de cosas tan nuevo y grande, sólo puede ser realizado con provecho por hombres serios y perseverantes, libres de preconceptos y animados por una firme y sincera voluntad de alcanzar un resultado positivo, caracterizando este estudio serio la continuidad con que se realice. El Espiritismo es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica. Como ciencia práctica, consiste en relaciones que pueden establecerse con los espíritus; como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones.
Es por ello que podemos definirlo así: “El Espiritismo es la ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los espíritus y de sus relaciones con el mundo corporal”.
Después de todo lo que hasta aquí hemos dicho, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que "El Libro de los Espíritus" ha cambiado la vida de muchas personas desde el momento en el que fue publicado. Un ejemplo de ello lo tenemos en los comentarios que podemos encontrar en la "Revista Espírita" de 1858 en la página 33.
Acerca de este libro, en un artículo, el Correo de París del 11 de julio de 1857 dijo entre otras cosas:
“El Libro de los Espíritus, del Sr. Allan Kardec, es una página nueva del propio gran libro del infinito, y estamos persuadidos de que se ha de colocar un señalador en esta página. Sentiríamos mucho si se creyera que hemos venido a hacer aquí una publicidad bibliográfica; si pudiésemos suponer que así fuera, quebraríamos nuestra pluma inmediatamente. No conocemos de manera alguna al autor, pero confesamos abiertamente que nos sentiríamos felices en conocerlo. Quien escribió la Introducción que encabeza El Libro de los Espíritus debe tener el alma abierta a todos los nobles sentimientos.
A todos los desheredados de la Tierra, a todos los que andan o que caen regando con sus lágrimas el polvo del camino, les diremos: Leed El Libro de los Espíritus, esto os hará más fuertes. También a los que están felices, a los que por la senda sólo encuentran ovaciones de la multitud o las sonrisas de la fortuna, les diremos: Estudiadlo, él os hará mejores.
El cuerpo de la obra –dice el Sr. Allan Kardec– debe ser atribuido plenamente a los Espíritus que lo han dictado. Está admirablemente clasificado por preguntas y respuestas. Algunas veces, estas últimas son simplemente sublimes: esto no nos sorprende; pero, ¿no ha sido necesario un gran mérito para quien supo obtenerlas?
Desafiamos a los más incrédulos a reírse mientras leen este libro en el silencio y en la soledad. Todo el mundo honrará al hombre que ha escrito su prefacio.
La doctrina se resume en dos palabras: No hagáis a los otros lo que no quisierais que os hagan. Hubiéramos querido que el Sr. Allan Kardec haya agregado: y haced a los otros lo que quisierais que os hiciesen. Mejor dicho, el libro lo dice claramente y, además, la doctrina no estaría completa sin ello. No basta con no hacer el mal, es necesario también hacer el bien.
¿Sois hombres de estudio y tenéis buena fe para instruiros? Leed el Libro Primero sobre la Doctrina Espírita.
¿Estáis colocados en la clase de personas que sólo se ocupan de sí mismas, que hacen –como se dice– sus pequeños negocios muy tranquilamente y que a su alrededor no ven nada más que sus propios intereses? Leed las Leyes Morales.
¿La desdicha os persigue encarnizadamente, y la duda os envuelve a veces con su brazo glacial? Estudiad el Libro Tercero: Esperanzas y Consuelos.
Todos vosotros que tenéis nobles pensamientos en vuestros corazones y que creéis en el bien, leed todo el libro”.
Estas palabras fueron escritas por G. DU CHALARD.
"Siguiendo en la Revista Espírita de 1858 encontramos cartas de agradecimiento a Kardec por la publicación de esta maravillosa obra: Señor. ……… ¡Sería imposible describiros el efecto que ha producido en mí: soy como un hombre que ha salido de la oscuridad; me parece como si una puerta hasta hoy cerrada se hubiese abierto súbitamente; ¡mis ideas han crecido en algunas horas! ¡Oh, cuán mezquinas y pueriles me parecen las miserables preocupaciones de la Humanidad, ante ese porvenir del cual yo no dudaba, pero que estaba tan oscurecido por los prejuicios que apenas lo imaginaba! Gracias a la enseñanza de los Espíritus, ese futuro se presenta con una forma definida, perceptible, mayor y bella, y en armonía con la majestad del Creador. Cualquiera que lea este libro –como yo– y medite acerca del mismo, encontrará allí tesoros inagotables de consuelos, porque abarca todas las fases de la existencia. En mi vida he tenido pérdidas que fuertemente me han afectado; hoy en día no me dejan ningún disgusto, y toda mi preocupación es emplear con utilidad el tiempo y las facultades para acelerar mi progreso, porque ahora el bien tiene un objetivo para mí, y comprendo que una vida inútil es una vida egoísta que no puede hacernos avanzar hacia la vida futura……….
Vuestro devoto servidor D.., capitán retirado."
"Señor, No sé cómo expresaros todo mi reconocimiento por la publicación de El Libro de los Espíritus, que anhelo por volver a leerlo. ¡Cuán consolador es para nuestra pobre Humanidad lo que vos nos habéis hecho saber! Por mi parte, os confieso que ahora soy más fuerte y más valiente para soportar las penas y las dificultades vinculadas a mi pobre existencia. Ya he compartido con varios de mis amigos las convicciones que he extraído de la lectura de vuestra obra: todos ellos se sienten muy felices, porque ahora comprenden las desigualdades de las posiciones sociales y no murmuran más contra la Providencia; la esperanza cierta de un porvenir más feliz, si proceden bien, los consuela y les da coraje."
"Señor, quisiera seros útil; no soy más que un pobre hijo del pueblo que se ha hecho una pequeña posición por su trabajo, pero que carece de instrucción, habiendo sido obligado a trabajar desde muy joven; por lo tanto, siempre he amado a Dios y he realizado todo que he podido para ser útil a mis semejantes; es por eso que busco todo lo que pueda contribuir a la felicidad de mis hermanos. Vamos a reunirnos varios adeptos que estábamos dispersos; haremos todos nuestros esfuerzos para secundaros: habéis levantado el estandarte y nuestra tarea es seguiros; contamos con vuestro apoyo y vuestros consejos.
Señor, soy, si me atrevo a decirlo, vuestro hermano, con devoción.
C..."
Al igual que estas personas que en su momento dieron gracias por poder beneficiarse de tener entre sus manos este gran legado, nosotros hoy día, favorecidos por esta grandísima herencia ¿Agrademos realmente poder tener el conocimiento que él nos imparte? ¿Somos conscientes de la responsabilidad que tenemos ante nosotros por esta grandiosa sabiduría que nos ha iluminado nuestro camino? Si aún no lo hemos hecho es tiempo de ello, so solo dando las gracias, si no haciendo que esta luz que nos ilumino a nosotros llegue a todas partes y sea el consuelo que las almas afligidas tanto necesitan.
Acordémonos siempre que no se trata tan sólo de Kardec, ni de este o de aquel otro espíritu en particular, como tampoco de un grupo de hombres, sino que es toda una falange de espíritus, enviada a la Tierra en cumplimiento de la promesa de Jesús, la que constituye la fuente espiritual de "El Libro de los Espíritus".
Este viene siendo leído y meditado en el mundo entero, pero poco cuidado se ha puesto en analizarlo en sus múltiples implicaciones y en su significación más profunda.
Sir Oliver Lodge, el gran físico inglés y una de las más altas expresiones de la cultura científica, en su libro acerca de la inmortalidad personal consideró al Espiritismo como “una nueva revolución copernicana”. Y León Denis, el sucesor de Kardec, legítima expresión de la cultura francesa, en el Congreso Espírita Internacional de París, celebrado en 1925, y en su libro "El Genio Céltico" y el "Mundo Invisible", publicado dos años después, proclamó que “El Espiritismo tiende a reunir y a fundir, en una síntesis grandiosa, todas las formas del pensamiento y de la ciencia”.
Por eso sintámonos afortunados de haber podido acceder a esta gran revelación, seamos merecedores de ello, convirtiéndonos en estandartes de esta consoladora doctrina, llevando el Espiritismo a todos aquellos que estén cerca de nosotros, hagamos un profundo estudio de "El Libro de los Espíritus" para que realmente podamos comprender las verdades que los espíritus nos han querido transmitir en él. De esta forma mostremos nuestro reconocimiento por la oportunidad que se nos está dando, convirtiéndonos además en buenos instrumentos a la hora de expandir su mensaje.
Conchi Rojo
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"