domingo, 16 de diciembre de 2018

¿Cómo es Dios?

¿Cómo es Dios?



¿Es un tirano? ¿Es bondadoso? ¿Un juez castigador? ¿Cómo es realmente Dios? Nuestra historia, nuestra educación y nuestra cultura nos ha podido influir en la imagen que tenemos de Él.

El concepto teológico, filosófico y antropológico de Dios, hace referencia a una deidad suprema. La vigesimotercera edición del Diccionario de la Real Academia Española lo define como el «ser supremo que en las religiones monoteístas es considerado hacedor del universo». 

También hay quienes niegan su existencia, por el mero hecho de que no es visible, o no creen que actúe directamente en los acontecimientos de la humanidad para poner remedio a sus males. Otros, que defienden esa idea no piensan que haya habido ni siquiera un creador (ateísmo). A otros les es más fácil negar su existencia solo por no tener que agradecer cada día todas las bendiciones que resultan de Dios, cada amanecer y atardecer, los paisajes majestuosos, un cielo estrellado, la lluvia, etc.

El teísmo (del griego θεóς, theós, «Dios») se entiende generalmente como la creencia en deidades, o la creencia en un Creador del universo que está comprometido con su mantenimiento y gobierno, pero que no actúa en los asuntos de los hombres (cosmogonía).

Un deísta, por lo general, es aquel que se inclina a aseverar la existencia de un Dios supremo o más de uno, pero no necesariamente practica una religión, y niega la intervención divina en el mundo. No obstante, dentro de religiones como el hinduismo, el budismo y el helenismo pueden existir posturas deístas. En este caso, quienes las siguen simplemente creen que Dios (o los dioses), no intervinieron en el mundo más que para crearlo.

Por el contrario, la Divina Providencia, en la que creemos otros muchos, es el término teológico que indica la soberanía, la supervisión, la intervención o el conjunto de acciones activas de Dios en el socorro de los hombres.

"Lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en Dios es lo más importante de nosotros." Así dice A. W. Tozer en su libro clásico sobre los atributos de Dios: "The Knowledge of the Holy". (El conocimiento de lo sagrado) Tozer continúa diciendo: "La historia espiritual del hombre demostrará positivamente que ninguna religión ha sido más grande que su idea de Dios. La adoración es pura o vil, dependiendo si el adorador tiene pensamientos elevados o inferiores acerca de Dios." 
¿Misterio, Invento humano, Creador, Miedo, Energía, Amor, Culpa, Paz? ¿Cómo concebimos nosotros a Dios? ¿Lo imaginamos a modo de las mitologías antiguas? ¿A Zeus con un trueno en la mano? ¿Anubis, mitad hombre mitad perro de los egipcios? ¿Al Dios Sol de los Mayas? ¿Dioses fuertes, poderosos, astutos, también celosos, envidiosos e irascibles? Demasiado humanos para ser Dioses.

Quizás nos ha llegado la imagen de un Dios violento, que impone su verdad, su ley y su orden a sangre y fuego. Ese Dios al que invocan violentos terroristas y desquiciados de todo tipo, armados hasta los dientes con cuchillos espadas o fusiles. Un Dios muy poco amable.
Posiblemente por la educación o por nuestra historia o cultura en la que hemos crecido, o porque traslademos a Dios nuestras frustraciones, o por la mala relación que hemos tenido con nuestros padres o mayores, concibamos a Dios como alguien que coarta nuestra libertad, pendiente constantemente de nuestros pecados e intimidades.

Quizás lo concibamos como una energía, impersonal y difusa. Como una especie de armonía universal. Una dimensión mística de la naturaleza, una con la que se entra mejor en contacto, si tomas drogas o alcohol …

Un dios cruel que envía mandatos terribles cuando se enfada, y que nos castiga a su antojo cuando hacemos algo mal.

Un anciano con largas barbas, que se pasea por las nubes, entre flores y arcoiris…

Un ser narcisista e impasible, que busca la servil adoración de los seres humanos y que es incapaz de empatizar con sus alegrías y sufrimientos.

¿Podemos decir algo de Dios desde la razón?

¡Claro que podemos! porque Dios ha dejado huellas de sí mismo en todo lo que existe – el esplendor y la belleza de la naturaleza, la impresionante complejidad de los fenómenos biológicos, el sentido de lo justo que todos llevamos dentro, la nostalgia de perfección que hay en el fondo de nuestro corazón – y el hombre es naturalmente capaz de descubrir esas huellas y, por ese camino, llegar a Dios.
Del mismo modo que nos hacemos una imagen mental de alguien a quien no hemos visto jamás, por lo que nos dicen o cuentan de él, tanto moral como físicamente, bueno o malo, así es la idea o imagen que nos formamos cuando se trata de Dios.

Sin embargo, no es raro encontrar opiniones muy dispares en cuanto a lo que escuchamos o leemos acerca de Dios y sus atributos, dependiendo de dónde, cómo, o quienes hagan esas declaraciones. Entre tanto laberinto de opiniones y creencias, resulta difícil tener una imagen concisa y clara de cómo es Dios realmente.

De la misma forma en que somos conscientes de tan diversas opiniones y creencias, para saber cómo es realmente alguien, deberíamos consultar a los que han tratado y convivido directamente con él, dejando a un lado aquellos comentarios hechos por personas triviales, o que desconocen realmente los hechos o caracteres de quienes queremos saber.

Sabedores del impacto que pueden causar los bulos que llegan hasta nosotros a través de la ignorancia, la maledicencia, o quizás intereses por parte de los detractores de ciertas ideas, personas, o creencias, haríamos bien en contrastar las fuentes de las que buscamos y sacamos información, para definir una visión más clara de lo que buscamos, en este caso ¿Cómo es Dios? 

Sería razonable pensar que si queremos saber cómo es un país o nación y sus gentes, lo hagamos a través de los que han vivido allí. De la misma forma pues, si queremos saber acerca de Dios, lo mejor sería que lo hiciésemos con la ayuda de los espíritus superiores, que son quienes más cerca pueden estar de Dios. Espíritus superiores, que reflejan con mayor fidelidad los atributos de Dios.

"El libro de los Espíritus", (Allan Kardec) en sus cuestiones de la diez a la trece, nos responde de forma clara a estas preguntas y nos explica cuáles son los atributos más destacables de Dios. 

Estas preguntas a los espíritus, seguidas de sus respuestas, arrojan luz a tener conceptos más claros de cómo es Dios realmente:

10 ¿Será algún día dado al hombre, comprender el misterio de la divinidad? - No. Le falta un sentido para ello.

Por supuesto, el hombre como tal no puede comprender lo que solo los espíritus avanzados y puros observan.

11 ¿Puede el hombre comprender la naturaleza íntima de Dios? - Cuando su Espíritu no se halle ya oscurecido por la materia y por su perfección se haya acercado a Ella, entonces la verá y comprenderá.
Seguidamente nos aclaran: La inferioridad de las facultades del hombre no le permite comprender la íntima naturaleza de Dios. En la infancia de la humanidad, el hombre lo confunde a menudo con la criatura, cuyas imperfecciones le atribuye. Pero, conforme el sentido moral se va desarrollando en él, su pensamiento penetra mejor en el fondo de las cosas y se forma acerca de Dios una idea más justa y más de acuerdo con la sana razón, si bien siempre incompleta.

12. Si no nos es posible comprender la naturaleza íntima de Dios, ¿podemos tener una idea de algunas de sus perfecciones?

- De algunas, sí. El hombre va comprendiéndolas mejor a medida que se eleva sobre la materia, ya las entrevé mediante el pensamiento.

13. Cuando decimos que Dios es eterno e infinito, inmutable e inmaterial, único y todopoderoso, soberanamente justo y bueno, ¿no tenemos una idea completa de sus atributos?

- Desde vuestro punto de vista, sí, porque vosotros creéis abarcarlo todo. Pero sabed que hay cosas por encima de la inteligencia del más inteligente de los hombres, y para esas cosas vuestro lenguaje, que se limita a vuestras ideas y sensaciones, no posee expresiones. La razón os dice, en efecto, que Dios debe poseer esas perfecciones en el grado supremo, porque si careciera de una sola de ellas, o bien no la poseyese en grado infinito, no sería superior a todo y, en consecuencia, tampoco habría de ser Dios. Para estar por encima de la totalidad de las cosas, Dios no debe sufrir ninguna vicisitud y no ha de tener ninguna de las imperfecciones que la imaginación (del hombre) puede concebir.
Dios es eterno: Si hubiera tenido principio, habría surgido de la nada, o bien hubiera sido creado por un ser anterior a Él. Así, poco a poco, nos remontamos hasta lo infinito y la eternidad.
Es inmutable: Si Él se hallara sujeto a mudanzas, las leyes que rigen el Universo no poseerían ninguna estabilidad.

Es inmaterial: Vale decir, que su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia. De lo contrario no sería inmutable, debido a que se encontraría sujeto a las transformaciones de la materia.
Es único: Si hubiera varios dioses, no existiría ni unidad de propósitos ni unidad de poder en la ordenación del Universo.

Es todopoderoso: Porque es único. Si no poseyera el soberano poder habría algo más poderoso que Él o tan poderoso como Él. No hubiera creado la totalidad de las cosas, y aquellas que Él no hubiese hecho serían obras de otro dios.

Es soberanamente justo y bueno: La providencial sabiduría de las leyes divinas se pone de relieve así en las cosas más pequeñas como en las más grandes, y esa sabiduría no permite dudar ni de su justicia ni de su bondad.

En las cuestiones de la una a la tres, nos habla más de cómo es Dios: Dios y el infinito
1. ¿Qué es Dios? - Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas.
2. ¿Qué se debe entender por infinito? - Lo que no tiene principio ni fin: lo desconocido. Todo lo que sea desconocido es infinito.
3. ¿Se podría decir que Dios es lo infinito? - Definición incompleta. Pobreza del lenguaje de los hombres, que es insuficiente para definir las cosas que se hallan por encima de su inteligencia.
Dios es infinito en sus perfecciones, pero lo infinito constituye una abstracción. Decir que Dios sea lo infinito es como tomar el atributo de una cosa por la cosa misma, es decir, definir algo que no es conocido por otra cosa que tampoco lo es.

Las respuestas de los espíritus a tales cuestiones son claras y concisas, y algo en lo que la mayoría de las afirmaciones referentes a Dios coinciden, son sus atributos: Eterno, Inmutable, Inmaterial, Único, Todopoderoso, soberanamente justo y bueno, …

A la luz de las preguntas formuladas a los espíritus más elevados, nos hacemos una idea bastante más clara de lo que es y cómo es, pero también de cómo no es… Esos atributos no son compatibles con un Dios vengativo, con un Dios egocéntrico que exija devoción exclusiva, con uno que castigue a sus hijos, o que los destruya si no cumplen sus designios.  Es más, que después de la muerte material de sus hijos, haya dispuesto de un lugar donde sufran eternamente.  También sería muy injusto, y nada más lejos de los atributos de Dios, que es inmensamente justo y bueno, ceñirse a una sola existencia para juzgar y condenar a sus criaturas, y a las que no da entre ellas las mismas condiciones de igualdad.

¿Qué podemos pensar de un Dios, que se encuentra en ambos lados del campo de batalla en una guerra? O.… que requiera de sacrificios dolorosos o penosos, como pago por los pecados. Un Dios que incite al separatismo sectario o religioso. Alguien radical, que induzca a matar y atentar contra sus semejantes, los que no piensen como él.

No nos cabe la menor duda que son los pensamientos de los hombres, ignorantes de las leyes inmutables del creador, los que distorsionan la imagen verdadera de Dios, haciéndolo a la medida de sus intereses, atemorizando y engañando a las masas para conseguir ponerlas bajo su dominio.
Todas las religiones nos acercan a Dios, pero no todas nos dan una imagen real sana y verdadera de él y sus designios.

No perdamos de vista el mayor y más apreciado atributo de Dios, El amor. Si pasamos por el tamiz de la razón la mayoría de las cosas que leemos y escuchamos en el inmenso laberinto de todo aquello que se atribuye al Creador, encontraremos que no solo conoceremos mejor a Dios, y esto nos acercará más a él, sino que comprenderemos cuáles son sus verdaderas enseñanzas, y comprenderemos cual es nuestro papel como hijos amados suyos, y la esperanza grandiosa que se muestra ante nosotros.

Los espíritus buenos y elevados, aquellos que conocen mucho más de Dios que nosotros, y de los que podemos aprender mucho para acercarnos a él, nos han dado por deseo expreso de Dios, La doctrina espirita. En ella encontramos cual es el camino a seguir para llegar a ser felices. 

Hace del progreso la finalidad misma de la vida y la ley superior del universo. Da término al reinado de la gracia, de la arbitrariedad y de la superstición, poniendo de manifiesto en la elevación de los seres el resultado de sus propios esfuerzos. -León Denis. (Después de la muerte)
De todo esto, destacamos que, aunque no podemos saber todo de Dios, sí que podemos conocer sus verdaderos atributos, que para nada son los que encontramos en los hombres. Dios está muy por encima de nuestros defectos de humanos. Del mismo modo también sabemos lo que no encaja en sus atributos y que podamos romper los moldes, que por tanto tiempo se le han atribuido a él.

Si nosotros como padres y madres humanos solo queremos lo mejor para nuestros hijos, ¿Cómo podemos pensar que Dios sería peor que nosotros?

La doctrina espírita nos aclara muchas cosas como esta, y también nos da esperanza nueva y quizás nuevos puntos de vista, que quizás no conozcamos, pero que son reveladores en cuanto a Dios, los espíritus, y lo que estos hacen por todos nosotros para poder alcanzar el progreso y conocer mucho mejor a Dios.

Si usted no conoce esta doctrina, puede ponerse en contacto con alguno de los centros espiritas que aparecen en la contraportada y pedir información gratuita y sin ningún compromiso.
"Creamos en esa Providencia generosa que lo ha hecho todo para nuestro bien; recordemos que, si parecen existir lagunas en su obra, no provienen sino de nuestra ignorancia y de nuestra razón insuficiente. Creamos en Dios, gran Espíritu de la naturaleza, que preside el triunfo definitivo de la justicia en el universo. Tengamos confianza en su sabiduría, que reserva compensaciones a todos los sufrimientos, goces a todos los dolores, y avancemos con un corazón firme hacia los destinos que nos han sido otorgados. Es hermoso, consolador y dulce." León Denis. ("Después de la muerte").

Javier Campos
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

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