domingo, 18 de marzo de 2018

90 años sin el druida de La Lorena

90 años sin el druida de La Lorena



Requería León Denis mientras le dictaba "El genio céltico" a su secretaria Claire Baumard, que llevara cuidado, que fuera a la biblioteca municipal a comprobar ciertos datos, no fuera que al no ser correctos se convirtiera en el hazmerreír de todos. Pues finalizando la existencia del venerado orador espírita, necesitaba de una secretaria que tomara nota de sus dictados, pues ya la opacidad se había posado sobre sus ojos y no podía hacerse cargo directamente de tales menesteres.

La vida de León Denis sería digna de ser plasmada en novela, cine, teatro o incluso ópera. Pues es una existencia llena de lucha y entrega. Denis fue toda su vida un autodidacta. Él no tuvo la suerte de recibir una instrucción adecuada a su despierto intelecto –por ello participaría activamente años más tarde en continuos movimientos en pro de la instrucción de las masas desfavorecidas-. Siendo un niño tuvo que ejercer todo tipo de oficios para poder llevar un sustento a casa, abandonando pronto la escuela. De mozo, tuvo relaciones sentimentales con una joven, a las que decidió poner fin, pese al afecto que por ella sentía. Consciente de su compromiso creciente con la divulgación del mensaje consolador del nuevo espiritualismo, y que le impediría una adecuada atención a la felicidad conyugal. Además de la carga de sus dos progenitores, que de él dependían. Solo después de estar toda la jornada trabajando, es que, robándole horas al sueño, estudiaba todas las cuestiones que su inquieto espíritu necesitaba absorber, como si de un alimento indispensable para su alma se tratara. Preparándose sin saberlo para ser un adalid de la causa espiritista.

A medida que se fue haciendo mayor, y siempre teniendo que mantener a su madre -ya fallecido su padre-, la vista se le fue deteriorando, llegándole a dejar bastante imposibilitado en la recta final de su existencia.

Durante el conflicto armado contra Prusia (1870-71) tomó parte, llegando a subteniente dentro de su facción del ejército francés; siéndole solo explicable, por reminiscencias de vidas pasadas, su gran capacidad de mando, pese a su aparente ignorancia militar.

Toda su vida fue a pie de calle, junto al pueblo llano; codo con codo con gente que era como él, que vivía las mismas necesidades que él, que sentía y sufría lo mismo. Hizo que su preclara inteligencia hermanara con un hondo corazón, comprensivo y empático con las masas obreras. De ahí su ideario social plasmado en obras como "Espiritismo y Socialismo". Siempre tuvo correspondencia con los grupos de mineros del norte de Francia y Bélgica, que lo acogían como a uno de sus mejores cada vez que acudía a dar charlas divulgativas y esclarecedoras sobre la doctrina de los espíritus. Las cuales les llenaban de aliento, fe y esperanza.

Denis arrollaba con su verbo en directo, creando una simbiosis mágica entre los presentes y las palabras que comunicaba. Magnetismo que emanaba de su robusta personalidad que a la par era inspirada por el plano superior, bajo la dirección de su querido guía protector Jerónimo de Praga.
Nuestro preciado druida lorenés tuvo la gran audacia que sin ser un hombre de ciencia, ni un filósofo académico, ni un erudito al uso, supo aunar bajo su prístino espíritu la capacidad de traducir datos áridos y técnicos a un lenguaje comprensivo para las masas, sin perder un ápice de rigor en ello. Rareza que lo convertía en el digno sucesor de Allan Kardec.

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Siempre será un loable ejemplo a seguir, tanto en lo personal –su absoluta entrega a un ideal-; como por su labor de dar a conocer el mensaje espírita, en unas obras donde la mezcla de erudición es amenizada por el verbo amable y poético de su prosa; juntando los datos necesarios para darle un corpus coherente a lo dicho y rematando con una explicación acorde al ideal espírita para mayor solaz del dato frío y aislado. El cual sin el principio racional aportado por el espiritismo, se convierte en una curiosidad especulativa; que crea más escépticos que verdaderos adeptos a la causa de la vida post mortem.

Otro mérito, no menor: las fuentes a las cuales acudía. Hoy, la información la tenemos a mano y comprobar datos es cuestión de segundos. Antes había que fiarse de la labor del autor consultado. O a la hora de citar, las cosas han cambiado un poco: hoy se sigue un riguroso procedimiento normativo. Hace cien años este no estaba tan instituido, y en el caso de Denis, él no era un académico para utilizar tales nomenclaturas. Por tanto a veces podemos hallar en sus obras citas superficiales, del tipo passim, es decir, «aquí y en otras partes». Porque su intención no era más que nombrar algunas, de las que extraía los casos expuestos, ejemplificando así lo tratado; siendo algunas tan conocidas que apenas bastaba con citar el título. O inclusive en otras, citar el número de la página de la edición que usaba -por no haber seguramente más traducciones de la misma al francés- y carecer ello de improbable confusión.
No obstante, en datos bibliográficos alguna errata se ha ido colando hasta nuestros días, llegando a inexactitudes de las cuales León Denis es completamente ajeno. Y sobre este asunto llamamos la atención.

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Para ello cogeremos apenas la obra "En lo invisible" editada por la extinta editora Amelia Boudet, y marcaremos algunas de las erratas halladas para que puedan ser corregidas en futuras ediciones. Dichas erratas no son fruto de la traducción castellana, puesto que son una copia de la original francesa.

Haremos especial mención al último capítulo de la obra «La mediumnidad gloriosa» por no ser exhaustivos, haciendo hincapié en que las erratas suelen estar en las citas bíblicas.
Invitamos a que se haga la comprobación:

Página 356, segundo párrafo de la nota 1. En vez de Números, XII, 67; lo correcto sería Números, XII, 6.
Página 359, sexta línea. En vez de Números, VII, 39; lo correcto sería Números VII, 89. Este dato sí está correcto en la edición francesa.
Página 359, segundo párrafo. En vez de I Reyes, III, 1-18; lo correcto sería I Samuel, III, 1-18.
Página 359, nota 1. En vez de Génesis, XXXII, 30; lo correcto sería Génesis, XXXII, 31.
Página 359, nota 1, segundo párrafo. En vez de I Reyes, XXVII, 7-20;  lo correcto sería I Samuel, XXVII, 7-20.
Página 359, línea 19. No hemos podido comprobar la exactitud de Esdras libro IV, cap. XIV -también conocido como el Apocalipsis de Esdras- porque dicho libro no pertenece al canon bíblico.
Página 147, nota 1. Ignoramos de las dos primeras citas el motivo, puesto que nada tienen que ver con lo referido en el texto. Y en la tercera -Génesis XXXVII, 5, 10- no hace referencia al sueño contado al faraón, sino al que les cuenta a sus hermanos.

No sabemos qué puede haber sucedido para que dichas erratas se produjeran, sobre todo cuando lo único que sucede a veces es un error de libro, pero no de versículos una vez hallado el pasaje. Por desgracia se repite en más de un lugar. Por tanto, llamamos la atención sobre el particular para que llegue a quien corresponda y trate de subsanarlo, o investigue el motivo del mismo. Repetimos que en la edición francesa facilitada por el Centre Spirite Lyonnais Allan Kardec dichas erratas están tal cual. Véase http://spirite.free.fr/ouvrages/invisible.htm.

Tras lo dicho, nos concienciamos de nuestra labor de cuidar el legado que hemos recibido. Dando a conocer el esfuerzo de nuestros antecesores, sin que pierdan lustre sus ideas a causa de fallos insignificantes. Porque como decíamos al principio, León Denis era muy cuidadoso con las cosas que anotaba y decía, y este yerro no se puede, ni debe impugnar, más que al descuido de los editores posteriores.

Por ello, ¡qué el trabajo constante y bien dirigido nos guíe hoy y siempre!

Jesús Gutiérrez Lucas
19 de octubre de 2017

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