La evolución del alma
"...Todo sirve, todo se eslabona en la Naturaleza, desde el átomo primitivo hasta el arcángel, pues él mismo comenzó en un átomo" (1)
La pregunta 540 de El Libro de los Espíritus nos explica cómo toda criatura del Universo sirve para un propósito, un "fin providencial"(1), desde los animales más ínfimos hasta los espíritus superiores, todos somos instrumentos de Dios. De esta forma, incluso "... los espíritus más atrasados resultan útiles al conjunto. Mientras se ensayan para la vida, y antes de tener plena conciencia de sus actos y de su libre albedrío, obran sobre ciertos fenómenos cuyos agentes son sin tener conciencia de ello. Primero, ejecutan. Más tarde, cuando su inteligencia se haya desarrollado, ordenarán y dirigirán las cosas del mundo material." (1)
Por todo ello, seamos conscientes o no, hemos sido instrumentos de Dios desde nuestros inicios como espíritus en continua evolución. «Dios creó a todos los Espíritus simples e ignorantes, vale decir, desprovistos de ciencia» (2), pero no despro-vistos de instintos y de la Ley Natural grabada en el fondo de nuestro espíritu.
En los primeros momentos, “…en su origen (los seres humanos) son como los niños que acaban de nacer y que actúan más por instinto que por voluntad determinada”(3). En esos momentos «… no tienen los Espíritus más que una existencia instintiva y apenas tienen conciencia de sí mismos y de sus actos» (4), seguidamente, conforme desarrollan la inteligencia, empiezan a adquirir responsabilidad frente a las Leyes Divinas.
Nada permanece estacionario en la Naturaleza, todo evoluciona en cumplimiento de la Ley de Progreso, a través de la reencarnación y los mecanismos de adaptación y herencia.
En cada encarnación integramos la herencia de nuestros padres con nuestras conquistas de existencias pasadas, ahora inconscientes, permitiéndonos desarrollar nuevas capacidades y características inalcanzables hasta ese momento.
La experiencia en todas las etapas de la evolución es el motor que elabora la actividad refleja (el reflejo), que precederá al instinto (automatización), que a su vez precederá a la actividad reflexiva que será la base de la inteligencia en su camino hacia la conciencia de sí mismo y la responsabilidad moral.
Gabriel Delanne, en su libro "La Evolución Anímica" escribe: "Todos los cambios que se observan en la Naturaleza no tienen sino un objeto: el progreso del Espíritu". El estudio de la ley de Progreso nos permite concluir que nada ocurre en la Naturaleza por casualidad. Cada adaptación se proyecta en el plano extra-físico para cumplirse en el plano físico en cumplimiento de la Ley Natural para el bien de todas las criaturas en virtud de la "gran Ley de Unidad que rige la Creación"(5).
Todo evoluciona en la Creación, tanto lo perteneciente al ámbito de la materia, proveniente por tanto del Principio Material o Fluido Cósmico Universal, como lo perteneciente al ámbito espiritual, proveniente del Principio Inteligente que anima todo lo creado. El Principio Inteligente es la expresión de la atracción en el mineral, la sensación en lo vegetal, el instinto en el animal, el razonamiento en el hombre y lo divino en el espíritu puro(6). Dicho de otro modo, el Principio Inteligente en el vegetal aprende a desarrollar los instintos, en el animal, ya con los instintos desarrollados, progresa desarrollando la inteli-gencia, en el hombre de inteligencia despierta, su progreso principal se desarrollará en el campo del sentimiento y en el ser superior, colmado de sentimientos sublimes, continuará su desarrollo hacia límites insospechados de conciencia espiritual, alcanzando los planos superiores de la Creación en unión con Dios, dando cumplimiento en su totalidad a la "gran Ley de Unión que rige la Creación"(5).
La observación nos demuestra que al igual que el instinto en el animal es de la misma naturaleza que en el hombre, su inteligencia y sentimiento también lo son, y varían sólo en el grado de desarrollo.
Gabriel Delanne, en su libro "La Evolución Anímica", dice: "la naturaleza pensante de uno y del otro es del mismo orden y no difieren en esencia, sino en grado de manifestación, y esto es, precisamente, lo que evidencian ciertas facultades de los animales, tales como la atención, el juicio, el raciocinio, la asociación de ideas, la memoria y la imaginación" (7). Además, demuestra también "que los sentimientos morales, tales como el remordimiento, el sentido moral, la noción de lo justo y de lo injusto, etcétera, se hallan en germen en todos los animales" (8).
Siguiendo este razonamiento podemos entender que los animales serán parte de la humanidad futura tanto como la humanidad actual podrá ser parte de la espiritualidad superior que la acompañe en su evolución por los caminos de la conciencia. Parece acertado pensar que todo trabajo que empecemos en la actualidad, dando amor a nuestros hermanos inferiores los animales, compatible con el trabajo futuro, no será para nada una pérdida de tiempo sino un adelanto para todos los implicados. El amor triunfará siempre pero nuestra será la responsabilidad de acortar o alargar el camino.
En la infancia humana, o reencarnaciones primitivas del hombre, nos movemos más por instintos, provenientes de las etapas de la animalidad anterior, que por completa inteligencia. Periodos primitivos donde el hombre aparenta estar todavía más cerca de la animalidad que de su verdadera posición en la humanidad.
Los instintos, basados todos ellos en la Ley Natural, nunca se equivocan pero con el desarrollo de la inteligencia derivan comúnmente, al principio, en pasiones a través del abuso por egoísmo, consecuencia del instinto de conservación.
En aquellos momentos «…el instinto sigue existiendo, pero el hombre lo descuida. El instinto puede también inducir al bien. Casi siempre nos guía, y en ocasiones lo hace con más seguridad que la razón. No se extravía jamás.» (9)
El instinto "es una especie de inteligencia. El instinto es una inteligencia no racional, y por él todos los seres atienden a sus necesidades" (10)
El instinto va cediendo su influencia conforme se desarrollan los sentimientos y la inteligencia. Por ello la naturaleza sabia imprime ya en el animal el sentimiento del amor, bajo sus formas más humildes y rudimentarias de la maternidad.
La inteligencia racional se impone sobre la inteligencia irracional y el sentimiento se impone sobre la sensación y el instinto, porque "… los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado. El hombre en su origen sólo tiene instintos; más adelantado y corrompido, sólo tiene sensaciones; pero instruido y purificado, tiene sentimientos, y el punto exquisito del sentimiento es el amor.» (11)
En nuestro estado actual evolutivo todavía no disponemos de capacidad ni conocimientos suficientes para comprender el proceso de creación de los espíritus, sin embargo, el estudio y la observación de las Leyes Naturales nos permitirá aproximarnos al conocimiento de las etapas anteriores y posteriores a su formación. Comprendemos que el Principio Inteligente evoluciona a través de los primeros tres reinos, constituyendo en el periespíritu, o cuerpo espiritual, todos los procesos necesarios para la vida orgánica, los instintos y finalmente la vida intelectual consciente. El periespíritu modela el cuerpo físico y es el vehículo de transmisión de los avances obtenidos a través de las sucesivas reencarnaciones del alma por los diferentes reinos. En un proceso de individualización «…los Espíritus son la individualización del principio inteligente…» (12), por el cual se vuelve indivisible, hasta alcanzar el reino hominal, recibiendo la chispa divina o Principio Divino (13), empezando una nueva etapa donde será responsable de sus acciones como consecuencia de la adquisición del libre albedrío, el sentido moral, la conciencia de sí mismo y de su pasado, en busca de las facultades espirituales que le habiliten para la conquista del próximo reino, el angélico.
Los espíritus son creados simples e ignorantes (14), lo que significa que al principio todos somos carentes de conocimientos y tenemos idéntica aptitud para progresar mediante nuestra actividad individual, sin recibir por ello dones especiales o privilegios, que nos diferencien de cualquier otro, siendo todos hijos del mismo Creador, estableciéndose por ello la base de la igualdad y la fraternidad entre todos los seres humanos, y del amor hacia las especies inferiores en su lucha por alcanzar, por pleno derecho, el reino hominal y la equiparación como nuevos herederos de la Creación. Todo ello muestra la bondad y grandiosidad del Plan Divino preparado para todas sus criaturas a través de la "gran Ley de Unidad que rige el Universo"(5), donde no se desprecia el esfuerzo de la más mínima de ellas en su lucha por alcanzar su destino, la perfección del Espíritu junto a Dios. De esta forma el Bien absoluto se puede definir por el cumplimiento de las leyes naturales, las cuales todas ellas, nos llevan hacia Dios, mientras que el mal sería la elección de todo aquello que nos retrase.
José Ignacio Modamio
Centro Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”
Referencias:
(1)-Preg. 540 de "El Libro de los Espíritus"
(2)-Preg. 115 de "El Libro de los Espíritus"
(3)-Preg. 564 de "El Libro de los Espíritus"
(4)-Preg. 189 de "El Libro de los Espíritus"
(5)- "La Génesis", cap. X, ítem 3 y cap XI, ítem 23.
(6)-Ver apartado "Automatismo y herencia" en libro "Evolución en dos mundos", Chico Xavier
(7)-"La Evolución Anímica", Gabriel Delanne, pág. 59
(8)- ídem, pág. 70
(9)-Preg. 75 de "El Libro de los Espíritus"
(10)-Preg. 73 de "El Libro de los Espíritus"
(11)-"El Evangelio según el Espiritismo", capítulo XI
(12)-Preg. 79 de "El Libro de los Espíritus"
(13)-Ver capítulo III de "Evolución en dos mundos", Chico Xavier
(14)-Preg. 115. de "El Libro de los Espíritus".
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