martes, 1 de marzo de 2016

El espírita como elemento educativo (y educable)


El espírita como elemento educativo (y educable)

Sabemos que el Espiritismo es una propuesta de educación universal: del ser intelectual, social y espiritual… Por lo mismo, no podemos configurar una educación integral si no existe en paralelo una autoeducación propia. El espírita que piense que por asistir a un centro o leer a Kardec, etc., está preparado para las labores de divulgación, se equivoca. No basta: nuestro compromiso espiritual nos exige (antes que nada) la labor constante de autoedificación personal… y, para esto, la teoría no es aval suficiente.

No queremos decir que cada cual no pueda hablar y dialogar sobre Espiritismo cuando lo sienta y toque: con amigos, familia y/o gente interesada en general, desde su posición y adquisiciones culturales propias, sean cuales sean (puesto que el Espiritismo no es elitista en cuanto a capacidades intelectuales), pero si lo hacemos con sensatez y sabiduría interior, mejor que mejor… Si esto que decimos es vital en un ámbito más discreto, no hablemos cuando, además, decidimos acometer empresas de más envergadura: como publicaciones, hablar de cara al público, puestos de responsabilidad, etc, etc… entonces sí que debemos reforzar aún más el proceso de autoeducación. Ojo: no estamos hablando de cultura (aunque esta siempre será un hándicap), sino de educación íntima… esto incluye principalmente las habilidades sociales básicas.

Lanzándonos al exterior, sin remodelación personal previa, dominados por un exceso de celo o emoción (ya sea por lo mucho que nos ha calado ciertas lecturas o por lo que, en lo personal, admiremos a tal o cual figura pública), podemos ser más un obstáculo que un referente positivo. Y de hecho, esto ocurre.

Por lógica, pero sobre todo por prudencia, antes, no debemos obviar elementos imprescindibles para incorporar en nuestras intervenciones: como la mesura, el tacto, capacidad de escucha, la imparcialidad, etc. Con las prisas o por falta de reflexión, podemos dejar atrás estas cosas que, no lo olvidemos, van hablar mucho más alto (aunque no lo percibamos) que aquello propiamente espírita de lo que estemos tratando, por interesante que sea. Si descuidamos aspectos de actitud correcta, imparcialidad y enriquecimiento íntimo, de cara a la galería podemos pasar por poco más que unos nuevos iluminados.

Se percibe con nitidez el espírita que hablando de Espiritismo pretende antes que nada ilustrar, abrir un proceso de diálogo nutritivo (consolar, si tal es el momento), de aquel otro cuyo interés es convencer y/o adoctrinar. Esto es un hecho.

Las habilidades sociales, la asertividad, la autoestima, el pensamiento positivo, resolución de conflictos, etc., son aspectos educa-cionales hoy cada vez más deman-dados en contextos diversos como la escuela, la empresa, la intervención comunitaria, etc. A los espíritas nos vendría muy bien incorporar estos recursos en nuestra trayectoria personal (charlas, talleres, lectura especializada, etc.), a la vez que serviría para optimizar la labor del centro espírita y también de puertas afuera para resultar más creíbles.

El aprendizaje de destrezas sociales e interpersonales serían un refuerzo valioso para el comunicador espírita (sea cual sea su nivel cultural), a la vez que enriquecería  la organi-zación propia del colectivo espírita, aportándonos habilidades y fortalezas que facilitarían la creación de estrategias comunicativas, integración de propuestas organizativas, etc…, y esto no solo favorecería a nivel espírita, sino también en el ámbito familiar y personal.

El espírita consciente no solo debe prepararse en el aspecto teórico, pues si no lo hace a nivel autopersonal, carecerá de la renovación imprescindible que se espera de nosotros, y haría mejor no hacerse portavoz de ninguna escuela de crecimiento como es el Espiritismo. Debemos ser sensatos, honestos y valientes en cuanto a nuestros puntos flacos, recono-cerlos y trabajarlos; no dejarlos ahí disimulados con una cobertura de conocimiento doctrinario, entre otras cosas porque están ahí… (y se nota).

No es tanto lo que estamos diciendo (por elevado que sea), sino como lo estamos diciendo.

Pensamos que en el ámbito actual de nuestra coyuntura sociocultural, hay en el movimiento espírita necesidad de una revisión de patrones internos… Si deseamos ser creíbles, es indispensable desembarazarnos de modelos impostados que, en las últimas décadas, se nos han ido adhiriendo poco a poco (pero que no son oriundos del Espiritismo), pero sobre todo, el espírita precisa exteriorizarse de otra manera: más racional, y al mismo tiempo, más natural y cercana.

Hay tantas formas de acercar el mensaje espírita a los demás, como maneras de hacer que se alejen en cuanto abrimos la boca…

Esto es muy importante, yo diría que imprescindible para el espírita actual y los diversos contextos educativos formales e informales en los que nos movemos. No es necesario esperar que lo proponga un orador de renombre o que un autor desencarnado lo refleje en una comunicación para saber que (por lógica), es positiva, saludable y necesaria esa remodelación educativa íntima y, dentro de esta, las maneras que tenemos de llegar a los demás.

Juan Manuel Rúiz


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