Espiritismo y obra social
En nuestra sociedad es muy común escuchar hablar de obras sociales. Las más conocidas tienen incluso sus propias publicidades en los medios de información.Sin embargo, cualquier organización que se complazca en temas morales y espirituales debería tener su pequeño apartado dedicado a esa actividad.
El espiritismo, que basa su realización de mejora personal en las enseñanzas de Jesús, en cada uno de sus núcleos, por pequeño que sea, debería tener presente la posibilidad de esta realización.
En los tiempos en los que grandes catástrofes nos asolan, todos somos capaces de sacar nuestra parte más solidaria, pero es en el día a día, con cada una de las personas que nos rodean, donde el espírita, no sólo debería atender las oportunidades que se le presentan, sino salir a buscarlas.
Muchas veces si somos pocos no nos sentimos con fuerza de emprender este camino, pero es seguro, que si nos unimos a otros como nosotros se podrían alcanzar grandes logros.
La máxima que Kardec nos dejó fue: “Fuera de la caridad no hay salvación” y es de sobra conocida por todos aquellos quienes compartimos estas enseñanzas, pero ¿dónde se quedan las palabras? ¿escritas en un pedazo de papel? ¿se las lleva el viento cada vez que se las escuchamos a algún compañero o compañera? ¿por qué no somos capaces de dejarlas que entren en nuestro corazón?
Emprender una obra social en nuestros centros no requiere de grandes esfuerzos pero sí de mucha voluntad y generosidad.
Sería además, el culminar práctico de todo, lo que intentamos aprender, porque la doctrina espirita no requiere ser memorizada sino comprendida y sentida en nuestro interior. Para ello, es necesario practicarla en cada segundo de nuestra existencia.
La solidaridad espírita debe estar presente en el área de la asistencia a la pobreza, a los enfermos y desvalidos, proporcionándoles apoyo en las carencias sociales, económicas, físicas, morales y espirituales.
Esta ayuda se puede dar en cualquier centro, en cada uno acorde a sus condiciones y posibilidades
La atención que podemos dar a un espíritu encarnado puede servirle de guía en esta propia existencia y evitarle el sufrimiento de deambular perdido en el mundo espiritual.
Saber que alguien puede calmar su ansiedad y angustia, simplemente, sintiéndose escuchado, respetado y tenido en cuenta, debería hacernos sentir de lo más afortunados porque, a veces, una sola palabra puede ser la mayor obra de caridad que podamos realizar.
Además, el trabajo en el bien es la única fórmula que puede hacer mejorar nuestra existencia. No requiere de ningún sortilegio mágico, ni talismán, simplemente funciona por la acción de la Ley de Causa y Efecto.
Si siempre tuviéramos presentes las palabras de nuestro maestro “….todo cuanto hicisteis a uno de estos hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis” lograríamos cambiar tantas cosas.
Animaros pues a poner en práctica todo aquello que habéis aprendido para que la cosecha sea siempre productiva.
“Haced, pues, que al veros se pueda decir, que verdadero espiritista y verdadero cristiano, son una sola cosa y una misma cosa: porque todos los que practican la caridad, son los discípulos de Jesús, cualquiera que sea el culto a que pertenezcan.” (El Evangelio según el espiritismo, Cap. XV)
Ana Mª Sobrino
C. E. Entre el Cielo y la Tierra
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