Queridos lectores.
¡Nada pasa por casualidad, sino por causalidad!
Mientras nos preparábamos para dirigiros algunas palabras a todos aquellos que, número tras número, durante estos ocho años nos seguís, y estando en sintonía con los espíritus que dirigen nuestro trabajo, calló en nuestras manos un librito pequeño, sencillo, de poco valor económico pero de un inmenso valor moral, "Vida Feliz", del reconocido médium y orador espírita Divaldo Pereira Franco, a través del espíritu de Joanna de Ângelis.
Ni cortos, ni perezosos nos dispusimos a abrir al acaso uno de esos maravillosos mensajes, que siempre tienen algo bueno que decir y que además llegan al alma por la estrecha relación que tienen con el momento presente de quien se dispone a leerlos. Nosotros hemos tenido más de una prueba de lo que decimos y es que… ¡nada pasa por casualidad!.
Desde que El Ángel del Bien vio la luz el primero de Julio de 2006, hemos compartido con vosotros nuestras reflexiones, nuestros artículos, pensamientos en forma de poesías o mensajes de los espíritus, nuestras cartas al lector y un sinfín de experiencias reflejadas en las letras que componen nuestra obra. Pues hoy no queremos ser diferentes y nos gustaría transcribir aquel mensaje del que hablamos (Mensaje CLXVII página 173):
"La grandeza de un hombre puede ser medida por su capacidad de servicio al prójimo, de humildad y de amor."
"Los hombres grandes llaman la atención y proyectan sombra, pero los grandes hombres, donde quiera que se encuentren se convierten en claridad inapagable, señalando rumbos liberadores."
Los verdaderos héroes se ignoran, pues viven más preocupados en ayudar que en hacer propaganda de los propios actos.
Conviértete en uno de ellos, en el silencio de tus emprendimientos y en la grandeza de tu pequeñez."
Pues como dice este sabio mensaje muchos quieren ser personas grandes y otros sin saberlo se convierten en grandes personas y es que los buenos espíritus saben hacer llegar los mensajes en los momentos precisos.
El tiempo pasa y con él las personas, pero siempre quedan sus obras. Amalia Domingo Soler, Jose María Fernández Colavida, Manuel Sanz Benito, Dr. Huelbes Temprano, José Esteva Marata, Miguel Vives y muchos otros grandes del Espiritismo Español ya pasaron por la Tierra, ya dejaron su siembra. Chico Xavier, Divaldo P. Franco, Raul Teixeira, entre otros, grandes médiums y divulgadores espíritas también pasarán pero ¿quién vendrá? ¿Cómo convertirse en uno de ellos? ¿Cómo ser la nueva Amalia o el gran Capitán Lagier? Poco debe importar a aquel que dice llamarse espírita, pero es que tantos son los que llegan hasta los centros y tan pocos los que vuelven al mundo de los espíritus comprendiendo cuál es la verdadera labor. Echemos la vista atrás y comprobaremos que los pioneros del Espiritismo, los que tuvieron valor de defenderlo a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron grandes humildes y se les conoce más por lo que cuentan de ellos, que por lo que ellos hablaron de sí mismos. Fueron pequeñas grandes personas que desde su pobreza, sus defectos, sus dolores, como perder casi la visión o bien ver pasar por delante de ellos a sus hijos precediéndoles en el momento de la muerte, siguieron fuertes sin abandonar a los que querían y sí acogiendo a más y más gente, escribiendo más y más libros, periódicos, panfletos de propaganda para llegar a las personas más necesitadas, a esas personas que al abrir los ojos cada mañana, ni ganas de vivir tienen.
Amigos, los tiempos han cambiado y ha llegado la hora de trabajar por la unión y en unión con los que abrazamos un mismo ideal. Basta de ídolos, ni de querer reconocimientos en la Tierra, porque si nos paramos a pensar en todo aquello que hacemos de más, veremos realmente qué sólo estamos haciendo lo que debemos si queremos mejorar, si soñamos con un mundo mejor, si ya entrevemos la paz y el amor de los buenos espíritus.
Por todo esto, basta de elogios, de ídolos o de espiriteros, que no espiritistas, que dan limosna pero hacen sonar la campana para que todo el mundo les vea, porque esos, como dice el Evangelio, ya recibieron su recompensa.
Persigamos ser verdaderos espíritas en nuestro interior, porque más vale ser una gran persona, que una persona muy grande.
La redacción.
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