jueves, 18 de septiembre de 2014

BIOGRAFIA CESAR LOMBROSO



Ezechia Marco Lombroso, conocido con el pseudónimo Cesare Lombroso, fue médico y criminólogo italiano, representante del positivismo criminológico. Nació en Verona (Italia) el  seis de noviembre de 1835.

Hijo de Aarón Lombroso y Zefora Levi. Su padre fue el último descen-diente de una antigua y acaudalada familia de hebreos españoles y su madre, hebrea también, la hija de ricos industriales y propietarios. Tuvo cua-tro hermanos, Sansón Hércules, Pascua, Rómulo y Clara.

Lombroso vivió sus primeros años en Chieri e inició sus estudios en Verona. Estudió medicina, cuya voca-ción determinó Paolo Marzolo, en las Universidades de Pavía, Padua y Viena. A los quince años de edad escribió sus dos primeras monografías: “Ensayo sobre el estudio de la historia de la República Romana” y “Ensayos sobre la  agricultura en la antigua Roma”, ambas más expresivas de sus aficiones literarias que del afán científico que había de dominarlo más tarde.

El 13 de Marzo de 1858, recibe su título de médico e inicia sus estudios sobre Cretinismo, cuyas con-clusiones publicadas en el libro “Cretinismo en Lom-bardía” (1859) revolucionaron los campos de la psiquiatría y de la higiene. En ese mismo año, Lombroso ingresa en el ejército al cual sirvió con algunos intervalos, pero sin abandonar por ello sus estudios, hasta 1866.

En 1864 fue internacionalmente conocido gracias a su comentadísimo libro “Genio y Locura” traducido a varios idiomas y que, hasta el día de hoy, ha ejercido una gran influencia en el mundo de la psiquiatría.

Profesionalmente fue profesor de psiquiatría en la Universidad de Pavia, director del psiquiátrico de Pesaro y ocupó las cátedras de medicina legal e higiene y de psiquiatría y de antropología criminal en la universidad de Turín.

El 10 de Abril de 1870, a los treinta y cuatro años de edad, contrajo matrimonio con Nina Debenedetti, con quien tuvo cinco hijos.

Escribió “El hombre delincuente” (1876) y posteriormente “La mujer delincuente” (1893), donde sostuvo que la criminalidad representa un fenómeno biológico producto de la degeneración, identificable a partir de la fisonomía, induciendo la creación de una escuela de antropología criminal, de donde se desarrolló la criminología.

Pero el interés de Lombroso por el espiritismo supuso un verdadero giro en su orientación epistemológica. En su libro Studi sull’ipnotismo (Estudios sobre el hipnotismo) del año 1886, mientras se documentaba entre los síntomas de la histeria o de la neuropatía, fenómenos como la transmisión del pensamiento o la magnetización, interviene por vez primera en la cuestión para negar tajantemente cualquier creencia en lo que define como “los espíritus de los espejos y de los sillones”, subrayando de este modo el carácter atávico de estas supersticiones mágicas. Dos años después, el espiritista napolitano Enrico Chiaia lo invita públicamente a través de la prensa nacional a tomar parte en una sesión espiritista pidiéndole que, de esta manera, emprendiera una investigación recomendándole  estudiar mejor el asunto. En dicha invitación Chiaia describe a la médium de dichas sesiones, Eusapia Palladino: “Se trata de una mujer casi inválida que pertenece a la clase más humilde de la sociedad. Tiene cerca de 30 años y es muy ignorante; su aspecto no tiene nada de fascinador, ni parece dotada del poder que los criminólogos modernos llaman irre-sistible, pero cuando así lo desea, lo mismo de día que de noche, puede tener cautivo a un auditorio una o dos horas con los más sorprendentes fenómenos”

Pero Lombroso fue reacio du-rante gran parte de su vida a las ideas espiritistas, él mismo se describe: “Si hubo en el mundo un hombre, por educación científica y casi por instinto, hostil al espiritismo, fui yo, que de la tesis de ser toda fuerza propiedad de la materia y el pensamiento una emanación del cerebro, hice la más constante preocupación de mi vida. ¡En el transcurso de tantos años me he reído de las mesas parlantes! Más si siempre sentí verdadera pasión por mi bandera científica, abracé con más fervor la adoración a la verdad y la compro-bación de los hechos.” Y man-teniéndose en este pensamiento, no fue hasta 1891 que Lombroso aceptó la invitación de Chiaia. A partir de este momento participó en diferentes sesiones espíritas y  pudo asistir a los diversos fenómenos mediúmnicos gracias a la médium Eusapia Palladino, convenciéndose de la veracidad incontestable de los hechos.

Al finalizar las sesiones con Eusapia, el afamado psiquiatra y criminalista declaró su arrepentimiento por haber sido escéptico, manifestando: “Me siento con-fundido y apenado por haber combatido tantas veces la posibilidad de los hechos espiritistas”. Esta declaración se debió además, a que Lombroso en dichas reuniones pudo reencontrarse con el espíritu de su madre materializado. Además esta declaración, proveniente de un estudioso de tal prestigio, estimuló a importantes científicos de Europa a emprender diversos trabajos de investigación psíquica.

En 1909 escribe el libro “Después de la muerte ¿qué?- Investigaciones sobre fenómenos paranormales e hipnosis”. En él, César Lombroso recapitula los acon-tecimientos con Eusapia Palladino, que le llevaron de una visión estrictamente materialista del mundo a creer en la existencia de los espíritus y la vida después de la muerte. El más extraordinario de los relatados fue el que el mismo Lombroso tituló "La levitación de la médium hasta lo alto de una mesa".

Lombroso desencarna  mientras dormía, a punto de cumplir 74 años de edad, en Turín, el 19 de octubre de 1909, el mismo año que escribe el prefacio de la obra “Los Fenómenos de Hipnotismo y Espiritismo”, en la que queda resaltada su sinceridad y sus esfuerzos en dar un testimonio verídico de los fenómenos que le revelaron la realidad del mundo espiritual.

Sin lugar a dudas un hombre brillante en todas las etapas de su vida. Dejó un gran legado a la Historia, no sólo de la Criminología, de la que es considerado el padre, sino de la Medicina, de la Ciencia en general y como no, del Espiritismo.

Yolanda Durán

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