martes, 30 de septiembre de 2014

martes, 23 de septiembre de 2014

Mis impresiones sobre la oración

Mis impresiones sobre la oración


“La forma no es dada, el pensamiento lo es todo. Ore cada cual conforme a sus convicciones y del modo que más le conmueva, pues un buen pensamiento tiene más valor que muchas palabras de las que el corazón está ausente”

Este párrafo nos lo indican los espíritus en “El Evangelio según el Espiritismo”, escrito por Allan Kardec. Con este breve texto deseo exponeros mis reflexiones acerca de la oración.

Hace poco más de un año que sigo las clases del Evangelio en el centro espírita “Entre el Cielo y la Tierra”. Ahí es donde empiezo a escuchar: “¿quién quiere hacer la oración?” Al principio mis señales de alerta se despertaron: ¿será como en la Iglesia?, ¿por qué agachan todos la cabeza?, pero más tarde lo hicieron otras preguntas, ¿qué digo si no me sale nada? (¡hay ese ego!) y ¿si digo alguna tontería? (¡ese  orgullo!) y entonces pienso: ¡yo sólo sé el Padre Nuestro! Mientras, hablas con algunos compañeros: el sentimiento es todo, no hace falta agachar la cabeza, lo primero que te salga…

Escucho las oraciones y descubro un mundo completamente desconocido para mí. Observo el interés de la gente por los seres no encarnados, por ayudarlos a evolucionar y a descubro que cada una de las personas que conforman el grupo se sienten más identificadas hacia algo en concreto, y que al hacerlo grupal y compartido, descubres más situaciones de las que has vivido-vives y que habías pasado por alto: “ Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (San Mateo, 18:20). Lees en el Evangelio los Capítulos XXVII  y XXVIII pero claro con una sola lectura no basta, sigues haciéndote preguntas y sigues sin lanzarte.

Mientras tanto comienzo a descubrir el mundo espírita a través de la lectura y uno de los libros que llegan a mis manos es “Los Mensajeros” de Cándido Xavier por el espíritu André Luiz. En el capítulo 24 “La oración de Ismalia” y en el 25 “Efectos de la Oración”; además de algunas oraciones más sencillas y la del final, hicieron terminar de sentir en mi razón y en mi corazón el alcance de la oración y por tanto sus beneficios. Al principio leí esas oraciones que aparecen en el libro, las volví a releer pero esta vez sintiendo las palabras y la emoción que notas es muy bella y entonces recuerdas algo que leíste en el Evangelio “Cada palabra debe tener su sentido, suscitar una idea, tocar una fibra íntima. En suma: Debe hacernos reflexionar. Sólo si cumple esa condición puede la plegaria alcanzar su objetivo; de lo contrario, no es otra cosa que ruido… Ved con qué aspecto distraído y cuanta volubilidad se dicen casi siempre. Vemos, sí, moverse los labios, pero en la expresión de la fisonomía, en el sonido mismo de la voz, advertimos que se trata de un acto maquinal, puramente exterior, al que el alma permanece indiferente”. Es decir una oración no sentida es una oración con palabras vacías sin alma.

Hay veces que aunque sepas lo importante que son las cosas, aunque lo leas y lo estudies, si no pasas a la acción, se queda en nada y tienen que suceder cosas para que tú y tu pensamiento se unifiquen y pasen a la acción. En mi caso fueron dos, os contaré una de ellas:

Tengo una amiga que operaron hace 2 meses, fui a visitarla al hospital al cabo de un par de días ya que aún no había salido y seguía mal. Se había hecho una radiografía  y ¡oh sorpresa! descubren que en su interior se dejaron olvidadas unas pinzas. Cuando se lo dijeron estábamos su madre, ella y yo a solas, la cara de miedo que puso lo dijo todo. Al poco tiempo la habitación estaba llena de sus familiares más cercanos y claro todo era enfado y miedo; ella acostada en la cama sin decir nada pero el ambiente cada vez más cargado de pensamientos que no la venían nada bien. Me senté a su lado y me puse a rezar con fuerza, con sentimiento y determinación; hubo un momento que parecía que estábamos a solas las dos, después de ese momento ella me apretó la mano y comenzó a dar ánimos a los allí presentes. (Por favor cuando vayamos a ver a algún enfermo de la situación que sea que tu pensamiento sea una sonrisa.)

Haciendo los deberes que nos manda el profe de hacer resúmenes del libro “El Cielo y el Infierno” por Allan Kardec, también descubres la importancia de la oración, los espíritus no paran de decirte que ores. Seres olvidados, confundidos, vuelven por el poder de la oración a ver y sentir que hay algo mejor, comienza a producirse el cambio en ellos y a querer enmendarse y limpiar su alma herida.
Para mí ya se ha hecho cotidiano, me levanto y realizo una breve oración, en momentos de tensión parar, respirar y orar aunque sea un minuto te da el impulso de ponerte de nuevo de pie si te has caído. La oración serena tu mente, aligera tus emociones y clarifica tus pensamientos. Ora:

"Oh Señor escucha nuestros pensamientos envuélvelos de amor y gracia.
Inspíranos cada día en el camino de la caridad, de la tolerancia y la humildad.
Perdónanos nuestros pecados, en especial los de pensamiento.
Te damos gracias por ser la fuente de nuestro amor y perseverancia, por rodearnos de los seres que hacen posible nuestros progresos y nuestras alegrías.
Rogamos por los que aún están por despertar les sigas insuflando tu amor y misericordia.
Te pido Señor bendigas a todos los que hacen posible la edición de este periódico, la obra social de Entre el Cielo y la Tierra y a todos los grupos espíritas.
Que la paz y la serenidad reine en cada uno de los corazones de tus hijos.
Gracias que nos has oído, que así sea."

Ana Gómez
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

El comportamiento de los médiums

El comportamiento de los médiums


El hogar espírita o casa espírita, destinado a la educación mediúmnica, tiene el deber de ofrecer, en ese hogar, lo mejor que la espiritualidad le confía, para poner a disposición de los que así lo deseen, los recursos  que la buena práctica y la orientación espiritual que da la casa espírita, de los cuales los dirigentes son responsables.

En el Espiritismo, aunque todos pensamos por nuestra cabeza, el pensamiento que nutre al Espiritismo es el pensamiento creador, por tanto las casas espíritas cuando adoptan una manera de llevar las tareas adelante, difícilmente las cambian. Si las cambiasen, es porque antes estaban equivocadas y si estaban equivocadas, no serían intuidas ni proce-dentes de la espiritualidad superior que, es la que dirige el Movimiento Espírita Universal.

Y por tanto, en la mediumnidad nos preguntamos:

-¿Los médiums, deben aislarse? ¿En el aisla-miento, no tendrían mejores condiciones para cumplir sus tareas?
-O por el contrario, ¿deben poner su medium-nidad al servicio de la humanidad, dentro de las casas espíritas?
-Y por otro lado, ¿las casas espíritas deben reunir el mayor número posible de personas?.
-¿No estarán de esa manera, haciendo una mayor difusión del Espiritismo?
-O al contrario, ¿no alcanzarán mejor sus obje-tivos elevados, si se reúnen un número menor de personas?
-¿Cuántos de nosotros formulamos peguntas como estas?.

Son indagaciones renovables y hasta justifi-cables. Y las respuestas pueden ser encontradas en forma muy sencilla, clara y objetiva en "El Libro de los Médiums" de Allan Kardec, dadas además por Fenelón (espíritu), un trabajo de tarea noble que le adjudicó el Maestro Jesús para implantar en la Tierra, el Consolador, o sea, LA DOCTRINA ESPÍRITA.

Es oportuno recordar, antes de citar la enseñanza de Fenelón, aquello que Jesús decía ya hace 2000 años. “No se enciende la candela y se coloca debajo del celemín, pero si en un velador, y así da luz a todos los que están alrededor de la mesa. Así resplandezca vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos.”

Resulta fácil comprender, que la mediumnidad es, de hecho, una oportunidad Divina para que aumentemos las posibilidades de amparar, de ayudar, de estimular, de servir a nuestros compañeros de jornada evolutiva en la Tierra, o sea, a los espíritus encarnados y desencarnados.

Pensemos, sobre esta observación de Fenelón:
“Los espíritus no ven con satisfacción el que los médiums permanezcan aislados. Dios no les otorgó la sublime facultad para uso exclusivo de la misma, sino para el bien de todos.”

En cuanto a la formación de las Instituciones Espíritas, es lo que Fenelón manifiesta: "¿Estáis suficientemente seguros de lo que debe de ser en una reunión espírita? No, porque en vuestro celo creéis que lo que puede hacerse mejor, es reunir el mayor número de personas, con el fin de convencerlas. Desengañaos; cuántos menos seáis, más obtendréis. Es por encima de todo, por el ascendente moral que vosotros ejercéis, que atraéreis a los incrédulos mucho más que por los fenómenos que obtengáis. Si solo atraéis por los fenómenos que obtengáis vendrán por la curiosidad y encontraréis curiosos que no os creerán y que se reirán de vosotros. Si no encuentran en vosotros más que personas dignas de estima, puede ser que no se os crea enseguida, pero se os respetará, y el respeto inspira siempre confianza. Estar  convencidos que el Espiritismo debe conducir a una transformación moral, que vuestra reunión, sea pues, la primera en dar ejemplo de virtudes Cristianas, porque en este tiempo de egoísmo, en las sociedades Espíritas la verdadera Caridad debe encontrar un refugio.

Tal debe de ser, hermanos, una reunión de verdaderos espíritas.”

Aurora
C.E.y.D.E 

jueves, 18 de septiembre de 2014

Las Leyes Naturales

Las Leyes Naturales



Las leyes naturales son la voluntad de Dios dirigida hacia todas las criaturas de la Creación. El estudio de las leyes naturales es un camino seguro para nuestro adelanto, a través de su comprensión, acercándonos al cumplimiento de la Voluntad de Dios en todos los aspectos de nuestras vidas.
Las leyes naturales se pueden dividir a priori en función de ámbito de aplicación, material o moral. Las leyes morales son las que conciernen al espíritu mientras que las leyes materiales conciernen a lo relacionado con cualquier modificación del fluido cósmico universal que determina las diferentes clases de materia en el Universo.

Allan Kardec, estudia en profundidad las principales leyes morales en “El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec, mientras que en el libro “La Génesis” profundiza en las leyes materiales concernientes a los fluidos espirituales. Las leyes materiales físicas son pertenecen al campo de la Ciencia y su estudio estimula el desarrollo de la inteligencia como paso fundamental para el posterior desarrollo del sentido moral. Por ello estudiar las leyes materiales, desde la perspectiva espiritual, impulsa al hombre hacia lo alto, al posibilitar mayores compresiones de las Leyes Universales y, por tanto, a alcanzar su cumplimiento.

La anterior clasificación de leyes materiales y morales no siempre es apropiada puesto que en su apariencia algunas de ellas, aunque son materiales principalmente a nuestra observación, afectan en cierta forma a la materia periespiritual e influyen conside-rablemente en la psicología del individuo y por tanto en su moral. Es el caso de la Ley de Afinidad y la Ley de Causa y Efecto (también llamada Ley de Acción y Reacción).

Sobre la Ley de Acción y Reacción nadie duda en el plano físico, mas pocos se plantean que en otros estados de la materia, más sutiles como el fluídico espiritual y mental, también es una ley implacable, atenuada en función del cumplimiento de la ley de Justicia, Amor y Caridad.

Un mal pensamiento es materia mental que golpea y desestabiliza en mayor o menor media según nuestras defensas psíquicas, dejando un rastro penoso a través de los fluidos que atraviesa, incluidos los fluidos que caracterizan el tono vibratorio del periespíritu del emisor. La respuesta a la acción será una reacción, ya no inmediata como ocurre en el plano físico, sino reeducadora, esperando el momento más propicio para su aprovechamiento. Cuando llegue ese momento la Ley de afinidad atraerá la circunstancia correctora de vibración compatible con el disturbio original, apareciendo la desgracia, dolor o pérdida en el pobre incauto que no tuvo reparo en desear el mal.

Desde cierta perspectiva podemos agrupar las cuatro fuerzas fundamentales conocidas por la física, la fuerza de gravedad, fuerza electromagnética, interacción nuclear débil e interacción nuclear fuerte como distintas expresiones de la Ley de Afinidad aplicadas a la formación de la materia en cada uno de los distintos aspectos que la componen, másico (gravedad), energético (radioactividad, interacción nuclear débil), electromagnético y constitutivo (interacción nuclear fuerte).

Las fuerzas fundamentales se expresan de forma diferente en cada plano de manifestación de la materia y el Espiritismo muestra su existencia desde el estado más grosero, en el plano físico, hasta el más quintaesenciado perteneciente al periespíritu de los espíritus superiores, demostrando que la afinidad, mientras que en el plano físico se manifiesta como la constitución de la materia aglutinando el fluido cósmico universal en función del estado vibratorio del mundo correspondiente, en el plano espiritual es sobre todo una ley moral que atrae entre sí a los espíritus que comparten los mismo ideales y motivaciones.

Mucho más complicado es sondear los misterios de la “polaridad”, factor fundamental en las conocidas fuerza electromagnética e interacción nuclear débil. En el mundo físico, los científicos hablan de antimateria como polo opuesto a la materia, de cargas eléctricas positivas y negativas, polos magnéticos, sustancias polares y no polares, etc. En el mundo espiritual cercano al plano terrestre, continua la polaridad en la mayoría de los aspectos de la materia espiritual, aunque cada vez más atenuada conforme se eleva en su peregrinar hacia la perfección donde la gran Ley de Unidad que rige la Creación se impone.

Tratados de magnetismo animal nos hablan de las experiencias con fluidos vitales que se repelen o atraen según su polaridad positiva y negativa.

La frase "la virtud se encuentra en el término medio", es apropiada para el estudio de la polaridad, puesto que, de alguna forma, todo polo se puede ver como un desequilibrio de una virtud. El amor puro es virtud y no es polar. Cuando aparece el interés, el deseo por egoísmo lo polariza en dirección a uno mismo, perdiendo sus hermosas propiedades espirituales y sintonizando con vibraciones polares que en un fenómeno similar al electromagnetismo, serán atraídas o repelidas, pero en esta ocasión como mecanismo necesario de reajuste.

Conceptualmente se podría englobar la polaridad dentro de la Ley de Afinidad, al considerar que cada polo lleva en sí mismo el germen del opuesto o que cada desequilibrio lleva en sí mismo el desequilibrio contrario.

Ley de Adaptación

El periespíritu como parte semimaterial del alma, responde también a ciertas leyes, como son la ley de herencia y adaptación, las cuales se reflejan en el cuerpo físico del cual es su modelo organizador biológico. Durante milenios el periespíritu animal evoluciona junto con el Principio Inteligente caminando hacia la humanización del mismo. La capacidad de adaptación continúa en nosotros y es una herramienta fundamental para nuestra salud y supervivencia.

Olvidamos muchas veces que todo exceso es un ataque a nuestro cuerpo físico y periespirirual que mina la energía vital en determinados órganos promoviendo la enfermedad como medida de reajuste.
La capacidad de adaptación es la sabiduría instintiva del periespíritu que promueve la vida. Simplificando conceptos, la enfermedad podemos verla como la adaptación del cuerpo físico con misión de recobrar la salud, primero activando los mecanismos de eliminación, como la inflamación y las enfermedades agudas, después redirigiendo (adaptando) las funciones y capacidades perdidas hacia el resto de los órganos con fin de perpetuar la vida, dando origen a las enfermedades crónicas, y finalmente, cuando llega el agotamiento de los recursos vitales, las enfermedades degenerativas y la muerte física. En sí la enfermedad, comúnmente identificada por los síntomas, son las consecuencias del trabajo que realiza el cuerpo instintivamente por recobrar la salud. La enfermedad, vivida conscientemente, es esperanza porque pone de manifiesto la imperiosa necesidad de modificarnos y de dejar de quebrantar las leyes naturales. “Puesto que cada cual es castigado por donde pecó” (preg. 399 de “El Libro de los Espíritus), la enfermedad muestra indicios de su origen y meditando sobre ella y nuestro comportamiento, nos muestra el camino por donde tenemos que progresar para recobrar la salud.

La verdadera medicina reconoce los síntomas como adaptaciones y busca el origen de la enfermedad en las causas que la originan, tanto mentales, emocionales como físicas.

La capacidad de adaptación del cuerpo nos brinda la oportunidad de progresar hacia hábitos más saludables hacia uno mismo, como el vegetarianismo y el deporte, en el ámbito físico, la meditación en el ámbito mental y la oración en el espiritual. La vida natural, respetable con el medio ambiente, no violenta nuestro organismo con sustancias extrañas ni excesos. El ejercicio físico promueve la eliminación de toxinas que de otra forma terminaríamos acumulando. Trabajarnos la paz de espíritu nos libra del estrés y permite la libre circulación de energías vitales a través de nuestros órganos fortaleciéndolos en sus funciones.

La ley de adaptación, cuando la vida es sana y natural, trabaja no hacia la compensación de deficiencias sino a hacia la prolongación al máximo de la vida evitando el desgaste innecesario de los órganos, rejuveneciendo y fortaleciendo el cuerpo en su lucha diaria por el progreso del Espíritu.

Multidimensionalidad del ser

El Espiritismo también nos enseña que somos seres multidimensionales y, por tanto, que interaccionamos con diferentes planos de la Creación. La salud al igual que el Ser, es multidimensional y cualquier tratamiento necesitará abarcar las necesidades de curación del alma así como las del cuerpo.

El cumplimiento de la Ley Natural es el único camino real hacia la curación total de toda dolencia, porque conlleva el reequilibrio integral del Ser, del alma y del cuerpo. Los órganos fisiológicos son alimentados por distintos circuitos de fuerza vital que determinan su capacidad, resistencia y comportamiento.

Un determinado comportamiento de los órganos puede dar lugar a enfermedades autoinmunes, cuando el cuerpo se sensibiliza frente a determinados alérgenos, a enfermedades de acumulación, cuando la acumulación de toxinas imposibilita el correcto funcionamiento de los órganos, o de eliminación, cuando el cuerpo encauzando toxinas a través de los distintos emuntorios se alcanza la saturación en alguno de ellos producción su inflamación crónica.

La capacidad y resistencia de los órganos determinará los índices máximos de toxemia permitidos sin la aparición de síntomas de enfermedad aun manifestándose signos claros de debilitamiento. La no existencia de síntomas médicos no significa que haya salud. El debilitamiento y envejecimiento prematuro es muestra evidente de toxemia consecuencia del abuso de las leyes naturales.
El ejemplo lo tenemos en la naturaleza donde los animales salvajes, no domesticados, disfrutan de un periodo de edad adulta con el 100% de sus capacidades la mayor parte de su vida, decayendo únicamente al final de sus días porque la naturaleza no les permite subsistir por debajo de sus plenas posibilidades.

Son acaso antinaturales los casos de ancianos que disfrutan de plena forma, con capacidades equivalentes a muchos adultos o simplemente son casos naturales donde la naturaleza no ha tenido obstáculos para manifestarse.

Retornemos a la vida natural, tanto física como espiritual, para aprovechar todas las oportunidades que nos da la vida junto a las planificaciones de cada encarnación. Cuantas tareas dejamos de realizar o atender por vivir fuera de la Ley Natural, normalmente con los sentidos extenuando nuestras fuerzas vitales, debilitando nuestra resistencia ante las vicisitudes de la vida y cayendo en dolencias subclínicas hasta terminar frenados finalmente por la enfermedad clínica que nos obliga a detener nuestra labor.

Estudiemos la Ley Natural en toda su extensión, abarcando principalmente los procesos espirituales y morales pero sin abandonar el día a día material, que también nos condiciona el progreso espiritual.
Si llevar una vida natural conlleva a nivel físico evitar las toxinas comunes, mediante dietas saludables (hipotóxicas o alcalinizantes), adoptar hábitos higienicistas, ejercicio físico, etc.; a nivel energético igualmente tendremos que guardar análoga disciplina, evitando ambientes viciados con pensamientos inferiores que nos puedan afectar, como la crítica, los excesos, la negatividad con dosis de pesimismo, etc. La vigilancia junto al autoconocimiento nos permitirán adelantarnos a la caída, esquivando educadamente la invitación a participar o criticar. Las toxinas psíquicas son más peligrosas que las físicas, puesto que preparan el terreno a la enfermedad debilitando generalmente las funciones de los órganos físicos que con las capacidades mermadas, acumularan y atraerán las toxinas físicas manifestando finalmente los síntomas de la enfermedad.
José Ignacio Modamio
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

Mecanismos de la mediumnidad

Mecanismos de la mediumnidad



Gabriel Delanne, cuya biografía fue publicada en el número de Abril de 2010 de este mismo periódico, en su libro "Mecanismos de la Mediumnidad" explica que los fenómenos mediúmnicos demuestran que han de existir estados particulares en el organismo del médium.
Éste es un ser dotado de la capacidad de entrar en comunicación con los espíritus, ya que no todas las personas tienen esta facultad.

El espíritu al actuar sobre el médium, emplea ciertos procesos que son necesarios conocer.
Para ello sería necesario no solo un profundo conocimiento del ser humano desde un punto de vista físico, sino sobre todo, desde el punto de vista periespiritual, así como los envoltorios semimateriales de los espíritus.

En estado libre los espíritus experimentan sensaciones que no tenían en el estado de encarnados.
Son capaces de tomar la forma que les convenga, a voluntad. Esto es debido al alma, que es un centro de fuerzas. Su envoltorio es invisible porque su movimiento vibratorio molecular es muy rápido, pero si por cualquier medio, ese movimiento disminuye, el ser se hace visible, no solo para el médium, sino también para los asistentes. Su naturaleza les permite atravesar nuestra materia más densa.
La intensidad de su acción está directamente ligada a su evolución.

Para comprender los fenómenos que se van a desencadenar cuando un espíritu quiera comunicarse hay dos alternativas: que sepa hacerlo o que no sepa. En el primer caso, dependiendo de su intención podrá ser dirigido por un espíritu más instruido, si son buenas, o puede que no lo consiga si es para el mal.

Para comunicarse debe buscar un ser humano cuya constitución le pueda ceder parte de su fluido vital.

Así es como opera el espíritu: por su voluntad, proyecta un haz fluídico sobre el periespíritu del médium y lo penetra con su fluido. Por ese cordón el fluido vital del hombre es atraído por el espíritu. Este fenómeno se puede comparar a los fenómenos de endósmosis, es decir, el intercambio que se produce entre dos líquidos de densidades diferentes, a través de una membrana. Aquí los líquidos son los fluidos y la membrana, el cuerpo.

Una vez establecida esta conexión, el espíritu puede actuar sobre el médium, produciendo los efectos que se traducen por la visión, la audición, escritura, golpes, etc.

En resumen, son necesarias las siguientes circunstancias para obtener una comunicación seria:

1º Que el espíritu evocado pueda o quiera atender
2º Que la evocación sea sincera, con finalidad de instrucción y no de diversión
3º Que el espíritu evocado tenga también el deseo de hacer el bien
4ª Que sepa lo que debe hacer para manifestarse.
5º Que encuentre el médium apto para proporcionarle los fluidos necesarios.
6º Que ninguna acción exterior contraríe al espíritu en sus manifestaciones ya que al tratarse de magne-tismo espiritual, al igual que en las acciones magnéticas, voluntades extrañas pueden perturbar el buen resultado del fenómeno.

Son numerosos los fracasos a los que nos exponemos por no observar estas prescripciones, que muestran que no son fenómenos al azar.

Y no es extraño que los espíritus rehúsen manifestarse cuando les quieren exhibir como animales curiosos en la sobremesa de invitados a una fiesta.
Ana Sobrino
Centro espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

BIOGRAFIA CESAR LOMBROSO



Ezechia Marco Lombroso, conocido con el pseudónimo Cesare Lombroso, fue médico y criminólogo italiano, representante del positivismo criminológico. Nació en Verona (Italia) el  seis de noviembre de 1835.

Hijo de Aarón Lombroso y Zefora Levi. Su padre fue el último descen-diente de una antigua y acaudalada familia de hebreos españoles y su madre, hebrea también, la hija de ricos industriales y propietarios. Tuvo cua-tro hermanos, Sansón Hércules, Pascua, Rómulo y Clara.

Lombroso vivió sus primeros años en Chieri e inició sus estudios en Verona. Estudió medicina, cuya voca-ción determinó Paolo Marzolo, en las Universidades de Pavía, Padua y Viena. A los quince años de edad escribió sus dos primeras monografías: “Ensayo sobre el estudio de la historia de la República Romana” y “Ensayos sobre la  agricultura en la antigua Roma”, ambas más expresivas de sus aficiones literarias que del afán científico que había de dominarlo más tarde.

El 13 de Marzo de 1858, recibe su título de médico e inicia sus estudios sobre Cretinismo, cuyas con-clusiones publicadas en el libro “Cretinismo en Lom-bardía” (1859) revolucionaron los campos de la psiquiatría y de la higiene. En ese mismo año, Lombroso ingresa en el ejército al cual sirvió con algunos intervalos, pero sin abandonar por ello sus estudios, hasta 1866.

En 1864 fue internacionalmente conocido gracias a su comentadísimo libro “Genio y Locura” traducido a varios idiomas y que, hasta el día de hoy, ha ejercido una gran influencia en el mundo de la psiquiatría.

Profesionalmente fue profesor de psiquiatría en la Universidad de Pavia, director del psiquiátrico de Pesaro y ocupó las cátedras de medicina legal e higiene y de psiquiatría y de antropología criminal en la universidad de Turín.

El 10 de Abril de 1870, a los treinta y cuatro años de edad, contrajo matrimonio con Nina Debenedetti, con quien tuvo cinco hijos.

Escribió “El hombre delincuente” (1876) y posteriormente “La mujer delincuente” (1893), donde sostuvo que la criminalidad representa un fenómeno biológico producto de la degeneración, identificable a partir de la fisonomía, induciendo la creación de una escuela de antropología criminal, de donde se desarrolló la criminología.

Pero el interés de Lombroso por el espiritismo supuso un verdadero giro en su orientación epistemológica. En su libro Studi sull’ipnotismo (Estudios sobre el hipnotismo) del año 1886, mientras se documentaba entre los síntomas de la histeria o de la neuropatía, fenómenos como la transmisión del pensamiento o la magnetización, interviene por vez primera en la cuestión para negar tajantemente cualquier creencia en lo que define como “los espíritus de los espejos y de los sillones”, subrayando de este modo el carácter atávico de estas supersticiones mágicas. Dos años después, el espiritista napolitano Enrico Chiaia lo invita públicamente a través de la prensa nacional a tomar parte en una sesión espiritista pidiéndole que, de esta manera, emprendiera una investigación recomendándole  estudiar mejor el asunto. En dicha invitación Chiaia describe a la médium de dichas sesiones, Eusapia Palladino: “Se trata de una mujer casi inválida que pertenece a la clase más humilde de la sociedad. Tiene cerca de 30 años y es muy ignorante; su aspecto no tiene nada de fascinador, ni parece dotada del poder que los criminólogos modernos llaman irre-sistible, pero cuando así lo desea, lo mismo de día que de noche, puede tener cautivo a un auditorio una o dos horas con los más sorprendentes fenómenos”

Pero Lombroso fue reacio du-rante gran parte de su vida a las ideas espiritistas, él mismo se describe: “Si hubo en el mundo un hombre, por educación científica y casi por instinto, hostil al espiritismo, fui yo, que de la tesis de ser toda fuerza propiedad de la materia y el pensamiento una emanación del cerebro, hice la más constante preocupación de mi vida. ¡En el transcurso de tantos años me he reído de las mesas parlantes! Más si siempre sentí verdadera pasión por mi bandera científica, abracé con más fervor la adoración a la verdad y la compro-bación de los hechos.” Y man-teniéndose en este pensamiento, no fue hasta 1891 que Lombroso aceptó la invitación de Chiaia. A partir de este momento participó en diferentes sesiones espíritas y  pudo asistir a los diversos fenómenos mediúmnicos gracias a la médium Eusapia Palladino, convenciéndose de la veracidad incontestable de los hechos.

Al finalizar las sesiones con Eusapia, el afamado psiquiatra y criminalista declaró su arrepentimiento por haber sido escéptico, manifestando: “Me siento con-fundido y apenado por haber combatido tantas veces la posibilidad de los hechos espiritistas”. Esta declaración se debió además, a que Lombroso en dichas reuniones pudo reencontrarse con el espíritu de su madre materializado. Además esta declaración, proveniente de un estudioso de tal prestigio, estimuló a importantes científicos de Europa a emprender diversos trabajos de investigación psíquica.

En 1909 escribe el libro “Después de la muerte ¿qué?- Investigaciones sobre fenómenos paranormales e hipnosis”. En él, César Lombroso recapitula los acon-tecimientos con Eusapia Palladino, que le llevaron de una visión estrictamente materialista del mundo a creer en la existencia de los espíritus y la vida después de la muerte. El más extraordinario de los relatados fue el que el mismo Lombroso tituló "La levitación de la médium hasta lo alto de una mesa".

Lombroso desencarna  mientras dormía, a punto de cumplir 74 años de edad, en Turín, el 19 de octubre de 1909, el mismo año que escribe el prefacio de la obra “Los Fenómenos de Hipnotismo y Espiritismo”, en la que queda resaltada su sinceridad y sus esfuerzos en dar un testimonio verídico de los fenómenos que le revelaron la realidad del mundo espiritual.

Sin lugar a dudas un hombre brillante en todas las etapas de su vida. Dejó un gran legado a la Historia, no sólo de la Criminología, de la que es considerado el padre, sino de la Medicina, de la Ciencia en general y como no, del Espiritismo.

Yolanda Durán

EDITORIAL - NUM. 29


Queridos lectores.

¡Nada pasa por casualidad, sino por causalidad!

Mientras nos preparábamos para dirigiros algunas palabras a todos aquellos que, número tras número, durante estos ocho años nos seguís, y estando en sintonía con los espíritus que dirigen nuestro trabajo, calló en nuestras manos un librito pequeño, sencillo, de poco valor económico pero de un inmenso valor moral, "Vida Feliz", del reconocido médium y orador espírita Divaldo Pereira Franco, a través del espíritu de Joanna de Ângelis.

Ni cortos, ni perezosos nos dispusimos a abrir al acaso uno de esos maravillosos mensajes, que siempre tienen algo bueno que decir y que además llegan al alma por la estrecha relación que tienen con el momento presente de quien se dispone a leerlos. Nosotros hemos tenido más de una prueba de lo que decimos y es que… ¡nada pasa por casualidad!.

Desde que El Ángel del Bien vio la luz el primero de Julio de 2006, hemos compartido con vosotros nuestras reflexiones, nuestros artículos, pensamientos en forma de poesías o mensajes de los espíritus, nuestras cartas al lector y un sinfín de experiencias reflejadas en las letras que componen nuestra obra. Pues hoy no queremos ser diferentes y nos gustaría transcribir aquel mensaje del que hablamos (Mensaje CLXVII página 173):

"La grandeza de un hombre puede ser medida por su capacidad de servicio al prójimo, de humildad y de amor."

"Los hombres grandes llaman la atención y proyectan sombra, pero los grandes hombres, donde quiera que se encuentren se convierten en claridad inapagable, señalando rumbos liberadores."
Los verdaderos héroes se ignoran, pues viven más preocupados en ayudar que en hacer propaganda de los propios actos.

Conviértete en uno de ellos, en el silencio de tus emprendimientos y en la grandeza de tu pequeñez."
Pues como dice este sabio mensaje muchos quieren ser personas grandes y otros sin saberlo se convierten en grandes personas y es que los buenos espíritus saben hacer llegar los mensajes en los momentos precisos.

El tiempo pasa y con él las personas, pero siempre quedan sus obras. Amalia Domingo Soler, Jose María Fernández Colavida, Manuel Sanz Benito, Dr. Huelbes Temprano, José Esteva Marata, Miguel Vives y muchos otros grandes del Espiritismo Español ya pasaron por la Tierra, ya dejaron su siembra. Chico Xavier, Divaldo P. Franco, Raul Teixeira, entre otros, grandes médiums y divulgadores espíritas también pasarán pero ¿quién vendrá? ¿Cómo convertirse en uno de ellos? ¿Cómo ser la nueva Amalia o el gran Capitán Lagier? Poco debe importar a aquel que dice llamarse espírita, pero es que tantos son los que llegan hasta los centros y tan pocos los que vuelven al mundo de los espíritus comprendiendo cuál es la verdadera labor. Echemos la vista atrás y comprobaremos que los pioneros del Espiritismo, los que tuvieron valor de defenderlo a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron grandes humildes y se les conoce más por lo que cuentan de ellos, que por lo que ellos hablaron de sí mismos. Fueron pequeñas grandes personas que desde su pobreza, sus defectos, sus dolores, como perder casi la visión o bien ver pasar por delante de ellos a sus hijos precediéndoles en el momento de la muerte, siguieron fuertes sin abandonar a los que querían y sí acogiendo a más y más gente, escribiendo más y más libros, periódicos, panfletos de propaganda para llegar a las personas más necesitadas, a esas personas que al abrir los ojos cada mañana, ni ganas de vivir tienen.

Amigos, los tiempos han cambiado y ha llegado la hora de trabajar por la unión y en unión con los que abrazamos un mismo ideal. Basta de ídolos, ni de querer reconocimientos en la Tierra, porque si nos paramos a pensar en todo aquello que hacemos de más, veremos realmente qué sólo estamos haciendo lo que debemos si queremos mejorar, si soñamos con un mundo mejor, si ya entrevemos la paz y el amor de los buenos espíritus.
Por todo esto, basta de elogios, de ídolos o de espiriteros, que no espiritistas, que dan limosna pero hacen sonar la campana para que todo el mundo les vea, porque esos, como dice el Evangelio, ya recibieron su recompensa.
Persigamos ser verdaderos espíritas en nuestro interior, porque más vale ser una gran persona, que una persona muy grande.

La redacción.