domingo, 4 de mayo de 2014

El trabajo


Al principio de los tiempos el ser humano solo aplica su inteligencia a la búsqueda de alimento, así como de los medios con que preservarse de las intemperies y defenderse de sus enemigos. El animal que prevalece en él, es el que marca las pautas que sigue.

Pero Dios le ha dado algo que no dio al animal: el deseo incesante de mejorar, y este anhelo es el que le mueve a buscar las maneras de mejorar su situación.

En “El Libro de los Espíritus” se nos dice, que el trabajo es una ley natural, por lo mismo que es una necesidad, y la civilización obliga al hombre a trabajar más, porque aumenta sus necesidades y sus goces.
¿Por qué es impuesto el trabajo al hombre? es consecuencia de su naturaleza corporal; una expiación y al mismo tiempo un medio de perfeccionar su inteligencia y por esto, solo a su trabajo y actividad debe su subsistencia,  su seguridad y su bienestar. Al que es débil de cuerpo Dios le da la inteligencia,  pero siempre es trabajo. También se nos dice que Dios a hecho del amor filial y paternal un sentimiento natural, con el fin de que por medio de este afecto recíproco los miembros de una misma familia fuesen inducidos a ayudarse mutuamente, los padres deben trabajar por sus hijos y esta misma ley natural impone a los hijos la obligación de trabajar por los padres.

¿Cuál es el límite del trabajo? el límite de las fuerzas y  cuando estas le abandonan, por la vejez, tiene derecho al descanso y si el anciano ha de trabajar para vivir y no puede hacerlo, pues se nos dice, que el fuerte ha de trabajar para el débil  y a falta de familia, la sociedad, con las leyes ha de protegerle y ampararle.

Gracias al trabajo y al deseo incesante de mejorar, el hombre ha progresado con los descubrimientos, las invenciones y el perfeccionamiento de la ciencia, porque esta última lo provee de aquello de que carece. Gracias a sus investigaciones, la inteligencia del hombre crece y su moral se depura. A las necesidades materiales suceden las espirituales, además del alimento del cuerpo, necesita el del espíritu, así el ser humano pasa del estado de barbarie al de civilizado.

El trabajo es la comunión de los seres. Por él nos aproximamos los unos a los otros, aprendemos a ayudarnos y a unirnos; de esto a la fraternidad no hay más que un  paso.

Si Dios hubiese liberado al hombre del trabajo físico los miembros de este se le habrían atrofiado. Si los hubiese eximido de las tareas de la inteligencia, su espíritu habría permanecido en la infancia, en los estados de los instintos animales. He aquí porque ha hecho que el trabajo fuese para él una necesidad. Y nos dijo: trabaja y producirás de esta manera, serás hijo de tus propias obras, y te corresponderá el mérito de ellas y serás recompensado conforme a lo que hayas hecho. En virtud de la explicación de este principio es, precisamente, por lo que los espíritus no vienen a ahorrar al ser humano las labores de investigación, comunicándoles descubrimientos, sin realizar por sí mismos el menor esfuerzo, ni siquiera el de pensar. Si fuese así el más holgazán podría hacer fortuna y el más ignorante ser sabio ambos sin que les hubiese costado nada y el uno y el otro atribuyéndose el mérito de lo que no habrían realizado. No, los espíritus no vienen a liberar al hombre de la ley del trabajo, sino con el propósito de mostrarle la meta que debe alcanzar y el camino que a ella conduce.  Nos dicen que encontraremos piedras ante nuestros pasos, mantengámonos alerta y quitémoslas de en medio nosotros mismos, que ellos nos darán la fuerza necesaria, si queremos emplearla.

También nos podemos preguntar, el hombre que posee bienes suficientes para asegurar la existencia, ¿está libre de la ley del trabajo? ...del trabajo físico, quizá; pero no de la obligación de hacerse útil según sus méritos, de perfeccionar su inteligencia o la de otros, lo que también es trabajo. Si el hombre a quien Dios ha confiado bienes suficientes para asegurarse la existencia, no está obligado a mantenerse con el sudor de su frente, la obligación de ser útil a sus semejantes es tanto mayor para él, en cuanto la parte que anticipadamente le ha sido asignada, le concede más desahogo para hacer el bien.

Dios es justo y no desaprueba más que a aquel cuya existencia es voluntariamente inútil  porque este vive a expensas del trabajo ajeno. Quiere que cada uno se haga útil según sus facultades. No hay nadie que no pueda hacer el bien, solo el egoísta carece siempre de ocasión. Basta estar en relación con otros hombres para poder tener ocasión de hacer el bien, y cada día de la vida ofrece la posibilidad a todo el que no esté cegado por el egoísmo; porque hacer el bien no consiste únicamente en ser caritativo, sino ser útil con arreglo a la posibilidad, siempre que vuestro socorro pueda ser necesitado.

Hay otra pregunta que nos debemos hacer, sobre todo quien tiene mando. ¿Qué debemos pensar de los que abusan de su autoridad para imponer a sus inferiores un trabajo excesivo?....es una de las acciones más equivocadas. Todo hombre que tiene mando es responsable del exceso de trabajo que impone a sus inferiores, porque viola la ley de Dios. Recordemos que se recoge lo que se siembra.

Nos dice Leon Denis, referente al trabajo y a los hijos: “Estudiemos a nuestros hijos y dediquemos a desarrollar el potencial bueno y desarraigar el malo y no les proporcionemos demasiados goces con el fin de que, acostumbrados desde el principio al desencanto sus jóvenes almas comprendan que la vida terrenal es ardua, y que solo hay que contar con uno mismo y con su trabajo; únicas cosas que proporcionan la independencia y la dignidad. No intentemos desviar a estos niños la acción de las leyes eternas. Hay piedras en el camino de cada uno de nosotros; solo la sensatez nos enseña a evitarlas.

Mientras el hombre se halla ocupado en su tarea, se acallan sus pasiones. La ociosidad, por el contrario, las desencadena y las abre un basto campo de acción. El trabajo constituye también un derivativo saludable para nuestras preocupaciones y nuestras tristezas; calma las angustias de nuestro espíritu y fecundiza nuestra inteligencia. No existe un dolor moral, no existen decepciones ni reveses que no encuentren en él un apaciguamiento, no hay vicisitudes que resistan a su acción prolongada. El que trabaja tiene asegurado el refugio para su sufrimiento y un verdadero amigo en la tribulación. El trabajo nos provoca el esfuerzo y desarrolla la voluntad.”

Como dice el dicho "el movimiento se demuestra andando". En estos momentos en los que nos toca vivir, con la crisis, el desempleo, los desahucios… el ser humano tiene la oportunidad de ver parte de la realidad, del modo de vida que hemos llevado. Tenemos que preguntarnos... ¿qué esperamos realmente de la vida? y cuando lo sepamos, centrémonos en ello, sin perder la esperanza, forzando nuestra imaginación, nuestras fuerzas, pongamos en práctica nuevas o viejas fórmulas, reinventémonos si hace falta. No debemos permanecer inmóviles ante esta crisis moral y económica ni tampoco estar decaídos, debemos luchar, movernos constantemente, relacionarnos, hablar, probar, ayúdate y pon todo de tu parte si quieres que Dios te ayude, "el que busca encuentra".

Pensemos y analizamos frases que nos han dejado personas ilustres:
- En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento.
- La vida es fascinante, solo hay que mirarla a través de las gafas correctas.
- Es difícil vivir sin dinero y más aun sin salud, pero es imposible vivir sin ilusiones.
- El primer paso para la solución de los problemas es el optimismo. Basta creer que se puede hacer algo para tener ya medio camino hecho y la victoria muy cercana.

Que Dios nos bendiga a todos.

Lorenzo.
Centro espirita "entre el cielo y la tierra"

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