Una de las primeras cosas que podemos preguntarnos con respecto a este tema es ¿qué es lo que lleva a las personas a tomar este tipo de decisiones?
Son muchos los motivos que hacen que se tome esta resolución, pero la razón más habitual suele ser un acto de fuga. La persona necesita huir de una determinada situación y se encuentra dominada por la angustia, la ansiedad, sintiendo que no hay otra salida y viendo en la muerte el fin de todos sus sufrimientos.
Asimismo, ocurre con frecuencia que cuando la persona se encuentra sumido en este tipo de pensamientos, vibra en una frecuencia energética muy baja, en la que, sin pretenderlo, atrae a su lado a determinados espíritus afines a sus sentimientos que fomentan este estado y que acaban insistiéndole en la idea del suicidio. La situación que se produce viene a ser como si alguien a nuestro lado nos sugiriera al oído constantemente la idea de que la muerte nos librará de la angustia y del sufrimiento que estamos padeciendo y que, por lo tanto, no merece la pena continuar viviendo. No obstante, aunque toda esta situación es real, no debemos olvidar que las influencias espirituales no nos eximen de responsabilidad en las cosas que vayamos a cometer, ya que el espíritu que está al lado no obliga a la persona a suicidarse, tan sólo se lo sugiere. Siempre la víctima es dueña de sus actos.
El suicidio, al contrario de lo que mucha gente piensa, tiene muchas y terribles consecuencias. La primera con la que se encuentra quien realiza este acto es ver que no ha puesto fin a su vida. El espiritismo nos enseña que nuestra existencia no termina con la muerte, la persona continúa viviendo y con el agravamiento de ver sus problemas acentuados. Son muchas las comunicaciones de espíritus que cometieron suicidio en las que nos cuentan como reviven una y otra vez el momento de su muerte, sintiendo dolores constantes, como una pesadilla de la que no consiguen salir. En este sentido es importante saber que, en muchos de los casos, la cantidad de fluido vital que tenemos en el momento de la muerte determina la duración de dicha expiación, es decir, que las personas jóvenes están más tiempo reviviendo los tormentos de su suicidio. En el libro “El Cielo y el Infierno” de Allan Kardec podemos encontrar el testimonio de algunos espíritus que cometieron este acto contra sí mismos y que describen su terrible experiencia. Tenemos, entre otros, el caso de Francisco Simón Louvet, que se arrojó desde lo alto de una torre y siente cómo se le repite la dura y dolorosa escena sin descanso.
Pero, además de todo esto, el ponerle fin a la vida conlleva consecuencias físicas que afectan al periespíritu y que después se verán reflejadas en el cuerpo físico en vidas sucesivas. Cuando nos suicidamos, el periespíritu, que es el cuerpo sutil que une nuestro espíritu con el cuerpo físico y que interactúa con nuestros pensamientos y acciones, se ve afectado de manera dramática regresando al plano espiritual con una herida coincidente con el área que nos hayamos dañado.
Cualquier tipo de suicidio afectará siempre la zona correspondiente en el periespíritu, con sufrimientos que permanecerán durante bastante tiempo ya que, como he dicho anteriormente, las victimas del suicidio reviven el momento de la muerte. Por ejemplo, la persona que se ha suicidado disparándose un tiro en la cabeza sentirá el impacto de la bala atravesándole el cerebro incesantemente; si la persona decide suicidarse quemándose experimentará fuertes dolores constantes.
Igualmente sufrirán consecuencias las personas que intentan suicidarse sin conseguirlo, ya que, todo acto de violencia contra nosotros mismos tendrá repercusiones en el periespíritu generando problemas que se manifestarán de manera física y psíquica.
De esta manera, lo mismo sucede en los casos de suicidio inconsciente. Con esto me refiero a cuando la persona no es consciente de que determinado comportamiento, hábitos, forma de vida… pueden dificultar y acortar la misma. Estoy hablando de las personas que desencarnan a causa de, por ejemplo, un cáncer de pulmón provocado por el tabaco, muertes derivadas del alcohol, las drogas, accidentes mortales de tráfico debido al exceso de velocidad, etc. y que tendrán consecuencias en los mismos órganos que han sido dañados. Un ejemplo claro de este tipo de suicidio lo encontramos en el libro “Nuestro Hogar” de Chico Xavier, donde André Luiz nos cuenta, al principio del mismo, cómo fue su entrada y posterior permanencia en el mundo espiritual después de morir tras llevar una vida completamente materialista, siendo muy egoísta y sin pensar para nada las consecuencias que podía traerle no cuidar su propio cuerpo.
Gracias a la doctrina espírita y a las informaciones de la espiritualidad, sabemos que cuando desencarnamos, vamos a un lugar en el mundo de los espíritus, acorde a nuestro grado de moralidad y afinidad, por lo tanto, las personas que se suicidan tienden a agruparse en las mismas regiones aunque no permanecen allí durante el mismo tiempo. En el libro “Memorias de un Suicida” de Yvonne A. Pereira encontramos una clara descripción de cómo suelen ser estas zonas. De todas maneras, hay muchos factores que determinan esto, el tipo de suicidio, los motivos, influencias espirituales, grado de conocimiento… cuanto más consciente se es de los actos cometidos más tiempo se permanece en esas áreas.
Del mismo modo, también tenemos conocimiento de que a esos mismos lugares se acercan espíritus protectores que actúan a modo de médicos y que en cuanto ven que los espíritus suicidas que allí habitan tienen condiciones favorables para ser ayudados, habiendo superado las perturbaciones más exageradas, los recogen inmediatamente.
Para corregir este grave error que es el suicidio, la persona que lo cometió tendrá que reencarnar para reajustar y reequilibrar dicha equivocación. Las lesiones periespirituales repercutirán en su cuerpo físico produciendo muchos padecimientos y complicaciones. Si la persona se suicidó ahogándose tendrá enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio; si ingirió veneno los problemas estarán en el aparato digestivo… Normalmente serán enfermedades que se desarrollarán desde la más tierna infancia y donde los médicos enfrentarán grandes dificultades para poder erradicarlas, si es que lo consiguen.
Para terminar, transcribo un mensaje del espíritu Emmanuel, sacado del libro “Religión de los Espíritus” escrito en psicografía por Chico Xavier:
“El Suicidio.
En el suicidio intencional, sin los atenuantes de la enfermedad o la ignorancia, se debe considerar no solamente el problema de la infracción a las Leyes Divinas, sino también el acto de violencia que el ser humano comete contra sí mismo, a través de la premeditación más profunda y del mayor remordimiento.
Atormentada por el dolor, la conciencia despierta en el nivel de sombra al que se precipitó y debe soportar compulsivamente las compañías que eligió para sí misma, durante el tiempo indispensable para la adecuada renovación.
Sin embargo, los resultados no se circunscriben a los fenómenos del sufrimiento íntimo, porque surgen los desequilibrios consecuentes en las sinergias del cuerpo espiritual, con necesidades de reparación en existencias próximas.
Es así que luego de un determinado tiempo de reeducación en las regiones de trabajo fronterizas a la Tierra, los suicidas son habitualmente conducidos otra vez a la internación en el medio carnal, en un régimen de hospitalización dentro de la celda del cuerpo, que refleja sus penurias y angustias en forma de enfermedades e inhibiciones.
Fácil nos será entonces identificarlos en la cuna donde vuelven a la vida, sugiriendo la expiación en la que se resguardan.
Los que se envenenaron, según los tóxicos de que se valieron, renacen con afecciones valvulares, malestares del aparato digestivo, enfermedades de la sangre y disfunciones endocrinas tanto como otros males de etiología imprecisa; los que incendiaron su propia carne padecen los ardores de la ictiosis o el pénfigo; los que se asfixiaron, sea en el lecho de las aguas o con las emanaciones de gas, muestran procesos mórbidos de las vías respiratorias, como en el caso del enfisema o los quistes pulmonares; los que se han ahorcado son portadores de dolorosos disturbios del sistema nervioso, como las neoplasias diversas y la parálisis cerebral infantil; los que se destrozaron el cráneo o entregaron su propia cabeza a las ruedas destructoras, experimentan desarmonías de la misma especie, en especial las que se relacionan con el cretinismo, mientras que los que se arrojaron desde gran altura reaparecen como portadores de los padecimientos de la distrofia muscular progresiva o de la osteítis difusa.
Según fuera el tipo de suicidio, directo o indirecto, surgen las distonías orgánicas derivadas, que corresponden a diversas calamidades congénitas, incluso la mutilación o el cáncer, la sordera, la mudez, la ceguera y la locura, que representan la terapia providencial para la cura del alma.
Junto a tales cuadros de prueba regeneradora, funciona la ciencia médica como misionera de la redención, que consigue ayudar y mejorar a los enfermos, de conformidad con los créditos morales que alcanzaron o según el merecimiento de que dispongan.
Cuida pues la existencia como un don inefable, porque tu cuerpo siempre es un instrumento divino, para que en él aprendas a crecer hacia la luz y a vivir para el amor, en relación con la gloria de Dios.”
Yolanda Durán.
Centro Espírita Entre el Cielo y la Tierra.
Muchas gracias, alguna vez pensé en el suicidio como una opción, en realidad veo que es una falsa salida. Quiero estudiar esta sabiduría espírita. He leído algo y me parece muy verdadera y lógica, Muchas, muchas gracias.
ResponderEliminarHola. Muchas gracias por este bloque. Me ha gustado muchísimo. El día de hoy los he descubierto segura de que han sido las peticiones que he echo a mi yo superior y a mis ángeles custodios hace tiempo intente varias veces quitarme la vida después de que me vi inmersa en una serie de situaciones conflictivas de violencia por parte de mi ex pareja y aun esposo legalmente, el me repetía constantemente que solo me libraría de él cuando uno de los dos murieramos, después de vive el acoso constante y violento psicológico de parte de él hacia mi me encontré en un punto que mi mente sólo me repetía la insistencia de morir, antes de tomar pastillas hable con la Madre Maria y le platique de mi imperiosa necesidad de acabar con todo esto. Y le puse mi alma en sus manos tome las pastillas y cuando desperté estaba en la cama de mi cuarto viendo, maldije por no haber logrado mi objetivo pues lo primero que vi al despertar fue el rostro de la persona que más odiaba en ese momento a mi esposo. Recordé un sueño muy vívido que tuve en la crisis agónica, ahora se que era mi periespíritu que viajaba hacia ese lugar del que hablas aqui... era un lugar oscuro yo volaba por sobre las aguas de un río lleno de turbulencias y rocas, de pronto llegue a un punto donde se cruzaban Muchas corrientes y en ese momento cuando estaba a punto de cruzar la voz de una mujer me dijo... "estás segura? Si cruzas ya no podrás volver" sentí frío y temor pero al mismo tiempo confor en esas palabras y fue cuando desperté en mi animación... no fue suficiente e intente varias veces más el suicidio hasta que la ultima vez una luz iluminó mi consciencia, desde entonces decidí dejar las pastillas para dormir y tosa droga aunque fiera recetas pero padezco afección en mi tiroides y mi sangre tiene problemas de coagulación. Mi vida ha sido muy difícil desde niña pues siempre he sido de mente muy inquieta y me gusta buscar y no acepto fácilmente imposiciones, esa revela me llevo a vivir frustraciones pues nací en una familia muy rígida y lle a de prejuicios religiosos, ahora me encuentro lejos de toda mi familia la única que me acompaña físicamente es mi hija menor. Me satisface vivir así como una buscadora aunque en ocasiones me sigo sintiendo insatisfecha ya no pienso en el suicidio si no que ahora deseo una larga vida para conocer más la necesidad de mi espíritu y ayudarme a regenerar lo necesario para mi próxima vida... quiero adentrarme en esta enseñanza y si pudieras ayudarme a interpretar esta situación te lo agradezco. Atte una alma sedienta de saber
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