miércoles, 5 de diciembre de 2012

Cerebro y emociones (Ciclo control y desarrollo emocional - III)


En este tercer artículo del ciclo Control Emocional, vamos a hablar principalmente de los procesos fisiológicos cerebrales que se reaccionan cuando aparece la emoción. Según el autor de prestigio, Daniel Goleman, en su libro “Inteligencia Emocional”, ante un suceso determinado, los sentidos generan una determinada información que será trasladada al cerebro, llegando en primer lugar al tálamo, lugar donde convergen todos los estímulos sensoriales, son filtrados y redirigidos a sus diferentes destinos, principalmente al propio sistema límbico y al neocórtex.

El sistema límbico es un sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestionan respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. Dichos estímulos viajan rápidamente por la vía tálamo-sistema límbico, causando rápidas reacciones fisiológicas, pero a su vez, viajan lentamente a través del neocórtex o cerebro racional.

El resultado es que normalmente reaccionamos fisiológicamente de forma instintiva, afectando al deliberar de nuestro cerebro racional antes de que haya terminado de analizar los estímulos emocionales.
Existen conexiones neuronales que enlazan, el centro de recepción de los sentidos, el tálamo, con la amígdala. La amígdala cerebral, considerada como el centinela psicológico, es la encargada del procesamiento y almacenamiento de las reacciones emocionales, muy ligada por ello a los procesos de aprendizaje y la memoria.

La amígdala conecta con el hipotálamo, encargado de la activación del sistema nervioso autónomo y resto de centros fundamentales del comportamiento hormonal, para activar la segregación de las diferentes hormonas necesarias a cada estado emocional.

Toda reacción subconsciente será aquella, desde un enfoque fisiológico, que actuando directamente a través del sistema límbico y la amígdala, escapa a los procesos correspondientes del consciente, ubicados físicamente en el neocórtex o cerebro racional.

Desde el punto de vista evolutivo, podemos sentar la hipótesis de que en un principio, todas las emociones eran complemente subconscientes. Coincidiría con la adquisición de la capacidad de aprendizaje y memoria, tan vinculadas con la amígdala, como todavía ocurre en el presente en muchas especies de animales, el aumento de nuestra capacidad ir haciéndonos, poco a poco, conscientes de nuestros propios procesos internos, gracias a adquirir la capacidad de estudiar nuestras propias emociones. Mediante este estudio podremos poco a poco ir haciéndonos dueños de nosotros mismos para alcanzar el autocontrol.

La capacidad de ser consciente de nuestras emociones, mediante la experiencia, habilita a nuestro cerebro racional a participar en la lucha por el control de las emociones. Experiencia y autoconocimiento identificarán los procesos internos y nos darán la capacidad de intervenir a tiempo en los procesos emocionales justo antes de empezar a modificar nuestra fisiología interior, estado de ánimo, niveles de hormonas, predisposición a la reacción, energía, etc., obligando a la amígdala a cambiar su filtro, desestimando o racionalizando el peligro y evitando así, el terrible secuestro emocional que ocurre cuando la amígdala se adueña de nuestras decisiones, volviéndonos inconscientes y a veces irracionales.
Antes dichos estímulos podemos clasificar tres tipos de reacciones:

1.- Reacción completamente inconsciente: Cuando nos domina una reacción completamente instintiva, donde la razón, ajena a los procesos internos, secunda ciegamente cualquier reacción automática. En este caso, podemos decir, que somos esclavos de nuestros instintos.

2.- Reacción según contenido del subconsciente: Cuando el estímulo, aún no aporta información sobre un peligro real suficientemente fuerte para generar en nosotros una respuesta automática, es amplificado por la imaginación (en un proceso subconsciente), hasta conseguir que sea atrapado por el pequeño filtro de la amígdala, nuestro vigilante emocional, lanzando a continuación nuestro sistema hormonal preparándonos para la defensa. Esta situación puede derivar en obsesión psicológica, fijación psicológica o exageración:

a) Obsesión psicológica:
Ocurre cuando un pensamiento, principalmente de tipo preocupación, no nos deja en paz salvo cuando podemos ocupar la mente en cosas de mayor interés o importancia que dicho pensamiento.
Acompañada normalmente por una obsesión simple de origen espiritual, la cual empeora las cosas, nos centraremos en esta ocasión solamente en el aspecto puramente psicológico.
Ocurre cuando dicho pensamiento pugna constantemente por ocupar el centro de nuestra atención. Volvemos a él enseguida terminamos nuestras ocupaciones.

Por ejemplo, el escrúpulo es la obsesión de temor a contaminarnos o sufrir un daño mediante un contacto.
Podemos vencerlo:
-Quitando importancia al peligro que imaginamos. En cierta forma enseñamos a nuestro subconsciente a que filtre mejor informaciones análogas a esta.

-Apartando la mente del pensamiento que lo produce, no queriendo emplearla ni siquiera en salir de la duda. Lo que es lo mismo, anulando la imaginación. Tomamos una decisión racional y evitamos divagar en improbables complicaciones que no tienen por qué ocurrir.

b) Fijación psicológica:
De forma parecida a la obsesión psicológica, son imágenes o pensamientos, reiterativos y desagradables, los que se apoderan de nuestra mente y no nos dejan en paz.
Son principalmente instantáneas que por su carácter desagradable, nos afectan emocionalmente, creándonos un sentimiento de culpa o desestabilizando nuestra paz interior.

Brotando desde el fondo del subconsciente no somos capaces de borrarlos completamente o desentendernos de ellos.

Cada vez que intentamos reprimirlos, nos preocupamos por ellos o los tememos, les damos mayor energía grabándolos más firmemente en nuestro interior, quedando reprimidos en la “sombra” del inconsciente, esperando el momento oportuno para asaltar la conciencia.

Eliminarnos es una tarea larga, basada principalmente en “no dar perlas a los cerdos”, o sea, no alimentarlos con pensamientos, y menos si son de culpa o rechazo. Se borrarán poco a poco si no reaccionamos ante ellos, justo como si no los tuviéramos. No debemos oponer resistencia ni juzgar o juzgarnos. Debemos considerarlos como información errónea grabada en nuestro interior que debemos olvidar.

Nuestro cerebro no posee la capacidad de negar. Toda negación tiene implícita una afirmación junto a un simbolismo negativo. No pensar en un coche rojo es pensar justamente en un coche rojo y luego superponer mentalmente una negación sobre él. Es por ello que negar una fijación es alimentarla inicialmente reproduciendo su imagen, para luego negarla aumentado nuestra atención hacia ella, imprimiéndola más aún en nuestro interior.

Por ello no neguemos, ni juzguemos, lo que nuestra mente no encuentre útil lo irá borrando, sólo debemos tener paciencia e indulgencia con nosotros mismos. La victoria es segura.

c) Exageración:
La exageración se produce cuando la imaginación exalta de tal forma los sentidos, que estos retornan nuevamente la información original ampliada hasta conseguir que la amígdala tome cartas en el asunto, poniendo todo nuestro sistema hormonal en marcha.

Mediante la imaginación amplificamos nuestros temores fuera del campo de lo racional obligando a nuestros instintos de supervivencia y conservación a adueñarse de nuestro campo mental. El egoísmo y el orgullo latentes, se muestran con toda su fuerza en esos momentos. El orgullo como separador frente al prójimo, considerado como invasor, y el egoísmo como el defensor de nuestros intereses y recursos.

Qué difícil es salir de esta situación cuando estamos gobernados por el orgullo y el egoísmo. En muchas facetas, esta situación es nuestro común denominador en el día a día.

En primer lugar es necesario concienciarnos de esta situación. Es el primer requisito. Si nos damos cuenta que estamos exagerando una situación, la daremos menos importancia y podremos bajar más fácilmente nuestras defensas (altamente ineficaces del egoísmo y del orgullo).

Cambiemos nuestros puntos de vistas materiales por puntos de vista espirituales. Veremos grandes cambios en nuestras vidas, producto de valorar de forma diferente nuestros problemas, evitando exageraciones y sus consecuencias.

3 - Reacción consciente-racional: Por último tenemos la situación en que nuestra respuesta es completamente pro-activa comandada por nuestra razón y voluntad. Razón que nos permite no dejar paso a la imaginación, valorando centradamente cada situación como realmente es, y voluntad porque en las primeras etapas, hasta su automatización, tenemos que seguir luchando con nuestros impulsos interiores.
En esa situación, hemos desarrollado la capacidad de detectar pequeños cambios fisiológicos internos, antes de que vayan a más, controlando los procesos mentales que los estimulan. Para ello racionalmente sometemos a todos los impulsos emocionales a un juicio de valor, desmantelando cualquier reacción desproporcionada o desequilibrada. Aumentamos nuestra consciencia sobre nuestros procesos internos. Las sensaciones externas que excitan la amígdala son procesadas en paralelo, por la mente racional, mucho más eficientemente que en los puntos anteriores, gracias al aprendizaje y a la asociación de dichos estímulos con la sensación que nos produce nuestra propia respuesta fisiológica.

De esta forma, cuando detectamos que nos estamos enfadando, cortamos por lo sano y centramos la atención en el problema real que lo origina, valoramos si el enfado es realmente la respuesta apropiada y seguidamente actuamos proactivamente, normalmente controlando nuestro estado emocional, antes de que su actividad bloquee momentáneamente nuestra razón.

 José Ignacio Modamio Rica
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"


CICLO COMPLETO (4 artículos)

http://www.elangeldelbien.com/2012/04/instintos-y-emociones-subconscientes.html
http://www.elangeldelbien.com/2012/10/la-alegria-y-tristeza-ciclo-control-y.html
http://www.elangeldelbien.com/2012/12/cerebro-y-emociones-ciclo-control-y.html
http://www.elangeldelbien.com/2013/03/pensamiento-y-voluntad-ciclo-control-y.html

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