Cada cierto tiempo parece como si la humanidad retrocediera un paso hacia sus orígenes. Da la impresión de que la evolución se estanca. De vez en cuando la sociedad adelantada y civilizada a la que pertenecemos, parece que retrocediera en el tiempo. Se me antoja que va por fases: si mejora moralmente no lo hace intelectualmente, y viceversa.
Como ocurre en el caso del tema que trataremos hoy: el de las adicciones.
Al alcohol y las sustancias alucinógenas entre otras muchas.
Empecemos por definir que se considera droga. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua es:
“Cualquier sustancia mineral, vegetal o animal medicamentosa de efecto estimulante, deprimente o narcótico.”
Hay precedentes en el consumo de drogas que datan de muchos siglos atrás; casi siempre con fines espirituales y a través de rituales como la famosa “pipa de la paz” de las tribus indígenas de América del Norte, o el “Santo Domine”- de los chamanes para contactar con el más allá. Hoy en día ya no se respetan las tradiciones y el uso “terapéutico” que se les daba en la antigüedad ha pasado a la historia.
Actualmente el abuso generalizado de su consumo por cierta parte de la sociedad- y no sólo desfavorecidos de la fortuna, sino gente perteneciente a la clase media y alta-la ha convertido en tristemente famosa en todas sus variedades, incluyendo las químicas, de diseño, fabricadas en el laboratorio. Teniendo en cuenta los desequilibrios emocionales que conlleva, y las vidas que destroza- no solamente las de los propios afectados sino las de sus familiares y todo el circulo afectivo que les rodea- y las muertes prematuras que acarrea, intentemos analizar que lleva a un individuo al que podríamos considerar dentro de la normalidad, a caer en las redes de los estupefacientes.
Las causas pueden ser múltiples y variadas, desde depresión, falta de seguridad en si mismo, enfermedad, física o psicológica, pobreza , ausencia de cariño, soledad, falta de trabajo; situaciones extremas... en fin, que pueden desembocar en este río de aguas negras y mortíferas.
Aunque también se puede llegar a la adicción por la vía, de la libertad mal entendida, del querer vivir “sensaciones nuevas” y tomar sin darse cuenta el camino sin freno hacia el abismo. Sea como fuere entrar es relativamente fácil, generalmente se empieza por un “porro” o unas “pastis” y después, poco a poco se va avanzando cuesta abajo hacia el precipicio de “iras y no volverás”... ¡qué complicado resulta luego salir del laberinto!, cuando el cuerpo maltrecho y acribillado a pinchazos no puede con la sordidez de la vida y la mente obsesionada por el veneno letal no responde a los intentos de “desengancharse”. Se trata realmente de una obsesión constante y se convierte en el único motivo para levantarse cada mañana para vivir, ¡si es que a eso se le puede llamar vida! ¿Cómo inculcar a estas personas un rayo de esperanza en un mañana mejor, desintoxicado y armónico?... el Espiritismo tiene la respuesta.
Si tenemos claro que se trata de un proceso obsesivo previo al “enganche” y que continua a lo largo del duro camino de la drogadicción,
El efecto destructor de las drogas es tan intenso que extrapola los límites del organismo físico alcanzando y comprometiendo, sustancialmente el equilibrio y la propia salud a nivel espiritual. Tal situación, sumada a aquellas de naturaleza fisiológica o, psíquica, responden, indudablemente, por los sufrimientos, enfermedades y desajustes emocionales y sociales a las que se ven sometidos los enfermos.
LA ACCIÓN DE LAS DROGAS EN *EL PERIESPíRITU:
Nos revela la ciencia médica que la droga, al penetrar en el organismo físico, ataca el aparato circulatorio, la sangre, el sistema respiratorio, el cerebro y las células, principalmente las neuronas.
En la obra "Misioneros de la Luz" de André Luis a través de la psicografia de Francisco Cándido Xavier, leemos: “El cuerpo periespiritual que da forma a los elementos celulares, está fuertemente radicado en la sangre. La sangre es elemento básico de equilibrio del cuerpo periespiritual.
En la obra de Chico Xavier "Evolución en dos mundos", el mismo autor revela que las neuronas guardan relación íntima con el periespiritu.
Comparando las informaciones de esas obras con las de la ciencia médica, se concluye que la agresión de las drogas a la sangre y las células neuronales también se refleja en las regiones del cuerpo periespiritual, en forma de lesiones y deformaciones considerables .
LA ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS INFERIORES JUNTO AL DROGADICTO:
Sabemos que después de desencarnado el espíritu guarda, por cierto tiempo, que puede ser largo o corto, sus condicionamientos, tendencias y vicios de encarnado. El espíritu de un drogadicto, por ejemplo en fase de dependencia al que se haya sometido, en el otro lado de la vida, siente el deseo y la necesidad de consumir droga. Solamente la forma de satisfacer su deseo es lo que varía, ya que la condición de desencarnado no le permite proceder como cuando estaba encarnado. Como espíritu precisa vincularse a una mente afín, inicialmente para transmitiéndole sus deseos de consumo de drogas, posteriormente, para saciar su necesidad, valiéndose para tal efecto, de las emanaciones tóxicas impregnadas en su periespiritu o de la inhalación de esas mismas emanaciones cuando la droga está siendo consumida.
Esta sobrecarga mental, inadecuada, afecta tan seriamente el cerebro, a punto de tener sus funciones alteradas, con la consecuente disminución en el rendimiento físico, intelectual y emocional del toxicómano.
Según Emmanuel (guía espiritual de Chico Xavier): “El enfermo, al alimentar el vicio de esas entidades que se le unen, a través de un proceso de simbiosis en niveles vibratorios, recoge en su perjuicio las impregnaciones fluídicas maléficas de aquellas, tornándose enfermizo, triste, grosero, infeliz, preso a la voluntad de entidades inferiores, sin el dominio de la conciencia de sus verdaderos deseos."
Y poco más creo que podría añadir, salvo que , como en todas las enfermedades- y esta sin duda lo es- lo importante es prevenir, informar a nuestros adolescentes y jóvenes de los peligros de la “dama blanca”, fortificar la personalidad y el espíritu, y buscar alternativas viables a nuestros problemas, ayuda psicológica si la necesitásemos.
No creer nunca que podemos salir cuando queramos, porque no es cierto -es realmente complicado sin ayuda-. Creer en Dios y estar seguros de que su consuelo nunca nos ha de faltar, y él nos proporcionara fortaleza a través de nuestros guías espirituales si ponemos de nuestra parte la fe y la fuerza de voluntad. Recurrir a la oración puede ser un remedio efectivo y una forma de encontrar la salida cuando nos encontremos perdidos. Amén de la asistencia de los profesionales de la medicina y del cariño y comprensión de quienes rodean al enfermo. Acudir a un Centro Espírita también puede ser útil y beneficioso para quienes estando presos dentro de esta espiral de sinsentido, no encuentran las fuerzas para salir por sí mismos de la drogadicción. Si es en compañía de un familiar o amigo, tanto mejor, porque se sentirá más apoyado y menos frágil. Aquí damos por concluido este duro y espinoso tema ;cada cual que se aplique la parte que le toque en el socorro a sus semejantes cercanos que así es como se práctica la caridad bien entendida.
Cielo Gallego
Centro Espíríta "Entre el Cielo y la Tierra"
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