miércoles, 18 de agosto de 2010

LA MUERTE NO EXISTE


¿Por qué se sigue temiendo la muerte?
La muerte, es ese capullo que se abre, para poder liberar en toda su hermosura a la flor, e impregnar con su dulce perfume esa patria tan añorada.

La muerte, es ese paso trascendental, para el que debemos prepararnos a diario, como si fuera mañana el día definitivo. ¡Qué no nos sorprenda!. Y tengamos que arrepentirnos por el tiempo perdido, o aún peor, por el mal cometido.
La muerte, te miro sin miedo, con el semblante tranquilo, el espíritu calmo, sabiendo que regreso, pero que volveré, ampliando la familia universal, dilatando nuevos horizontes, nuevas experiencias que enriquecen el alma y le dan flamantes vuelos.

La muerte, qué palabra tan mal comprendida, queridos hermanos. Dios, padre universal, que nos atiende y asiste a todos por igual, no nos abandona nunca. ¿Cómo nos dejaría solos en este despertar?. Con esto quiero dar un mensaje de ánimo y consuelo. Consuelo con mayúsculas a todas esas madres que no superan la perdida de un hijo amado, consuelo a todos esos amigos, esposos, parientes, familiares, que se hunden en un fango de pesimismo; consuelo a todos los hermanos que esperan la muerte con el alma constreñida de dolor y miedo.

La muerte, ¡La muerte no existe!, somos almas inmortales, que caminamos de un plano de la vida hacia otro, llevándonos nuestras experiencias y conocimientos, y querido lector, nuestra conciencia. Conciencia que puede ser un mar de alegrías espirituales, o un valle de lágrimas; Ahí está el cielo y el infierno de los católicos, sin embargo esto nunca será eterno.

La muerte, la naturaleza nos ofrece ejemplos gráficos sobre esta transformación, mostrándonos las leyes de la vida. El gusano que muere dentro de la crisálida, para dar paso a la bella mariposa, igual como nosotros nos desharemos del cuerpo físico abriendo las alas del alma en todo su esplendor, y sin embrago, ¿Por qué creemos que desaparecemos, cuando realmente la vida espiritual es la única y verdadera?. ¿Por qué nos aferramos a unos desechos materiales; y no disfrutamos de la luz espiritual, que nos alimenta el alma?.

Morir, nacer, renacer, tal es la ley, cuánta verdad y grandeza hay en esta frase de nuestro querido Allan Kardec, cuánta ciencia y filosofía encierra en tan pocas palabras, nada puede resumir tan fácilmente esta maravillosa doctrina.

Amigos, esta alegría interior que experimentamos todos los que tenemos la certeza de que compañeros y hermanos espirituales, están aquí junto a nosotros, que muchas veces y aún sin saberlo mantenemos conversaciones mentales con ellos. Esta paz , que resulta imposible hacerla llegar a través de palabras, esta sensación de no perder los seres queridos, estos lazos de amor que nos unen a determinadas personas aquí en la Tierra, teniendo la certeza que perdurarán por toda la eternidad, este sentimiento de infinito amor. ¿Cómo poderlo hacer llegar al resto de encarnados, que puebla nuestro querido planeta?. Esta paz que te hace ver la muerte como un simple viaje, un viaje en el cual debemos tener las maletas bien hechas. Pero este equipaje querido lector, no es mas que nuestra propia conciencia, la fiel compañera, por los siglos de la eternidad, es lo único que nos llevamos, nada material nos acompaña por ese maravilloso éxodo al infinito. Al contrario que aquí en la Tierra, que dedicamos los últimos momentos, para confeccionar el equipaje, que nos llevaremos a otro país lejano; resulta un grave error, pensar que dedicando los últimos momentos de la existencia carnal, tendremos nuestro mundo interior en orden y listo para enfrentar el otro plano. Esta tarea es algo que debemos cultivar todos los días, no es difícil, un examen de conciencia, pensar lo que hicimos mal y tratar de mejorarlo, “ya que no somos perfectos, aunque muchos se lo crean”. Este trabajo nos dará una satisfacción en el otro mundo incalculable. Este es un deber que toda persona de bien tiene que poner todos sus esfuerzos y energías diarias, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy , porque puede ser que mañana sea demasiado tarde, y las medidas reparadoras sean más dolorosas que las actuales.

Queridos compañeros de encarnación, todos anhelamos vivir en un mundo mejor , está en camino, ya nos dicen los espíritus, que el mundo de regeneración está viniendo, pero es trabajo de cada uno que se dé más tarde o temprano, y si permanecemos en nuestra ignorancia y obstinación en el mal, retardaremos la felicidad.
Morir, no es el fin; es parte del camino de la vida , que nadie puede eludir. Las personas en general tienen mucho que aprender acerca del estado que les espera después del sepulcro, no hay dos espíritus que tengan que pasar por la misma experiencia, al igual que no hay dos personas que piensen exactamente igual, ningún caminante de la Tierra entra en el mundo espiritual por la misma puerta. Cada uno tiene sus particularidades, aunque hay rasgos generales.

Si analizamos nuestra forma de vida, nuestras tendencias y pasiones, si profundizamos en el tipo de pensamientos que tenemos, nos podremos dar una idea de que tipo de muerte ó despertar nos espera.

Para toda persona que desee enriquecerse, conociendo cual será su futuro, invito de todo corazón a realizar un estudio objetivo de su persona y comparándose con los tipos de desencarnaciónes, que Allan Kardec nos ilustra en el libro “El Cielo y el Infierno” (segunda parte capitulo I al VII). En líneas generales podrá hacerse una idea de su porvenir.

Tras un análisis, de las comunicaciones de los desencarnados, los detalles fundamentales a cuyo respecto concuerdan los espíritus, acerca del mundo espiritual, son los siguientes:

Todos afirman haber encontrado la forma humana; muchos ignoran durante algún tiempo, que estaban muertos.

Tienen un recuerdo sistemático de los acontecimientos de la existencia que terminó, juzgándose a sí mismos sus actos.

Inmediatamente a la desencarnación pasa por una especie de sueño reparador ó turbación, los que tienen la conciencia tranquila se encuentran en un medio espiritual radiante y han sido recogidos por familiares o espíritus amigos, mientras que los moralmente depravados nos narran un medio tenebroso.

Se deduce una analogía entre el mundo terrenal y el espiritual donde el pensamiento es una fuerza dinamo creadora, y la transmisión de pensamientos es la forma de lenguaje habitual, aunque algunos tardan un tiempo en darse cuenta, por la influencia material que aún guardan.
La visión espiritual difiere a la humana en que percibe desde todos los ángulos en su interior, y a través de los objetos.

Los espíritus pueden trasladarse por efecto de la voluntad de un lugar a otro, a la velocidad del pensamiento, cuando han recuperado sus facultades.

Por la ley de afinidad se encuentran en planos donde los compañeros espirituales son análogos, así el criminal se encuentra entre criminales y el hombre de bien goza ante espíritus de la misma condición.

Sin más, el mejor medio de perder el miedo a la muerte, es conocer lo que hay en el otro lado, y esa información se puede encontrar en: “El libro de los espíritus” de Allan Kardec.

Javier Gargallo
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

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