Para conseguir esto hay que seguir dos pasos: 1. Saber qué es la Educación Espírita Infanto- Juvenil y 2. Querer llevarla a cabo en nuestro centro. Vayamos por partes.
¿Qué es educación? Educación es toda influencia ejercida por un Espíritu sobre otro, en el sentido de despertar un proceso de evolución.
Todas las veces que alguien despierta algún bien en el otro, se da un acto de Educación, tengan los protagonistas conciencia o no de ello. Muchas veces, sólo con lo que hacemos, damos buen o mal ejemplo a los demás, en este sentido ya estamos educando o mal-educando.
Y por supuesto, la finalidad principal de la educación es enseñar al otro a evolucionar.
Es necesario, para saber educar, conocer la diferencia existente entre Instrucción y Educación. La instrucción forma el talento. Instruir es ilustrar la mente con cierta suma de conocimientos sobre una o varias ramas científicas, históricas…
La educación, sin embargo, forma el carácter. Educando desarrollamos valores morales que nos harán ser hombres y mujeres de bien en un futuro.
Lo ideal sería que las dos ramas avanzaran a la par. Con la educación dirigida al sentimiento y la instrucción a la inteligencia, lograremos llegar a ser personas saludables de alma y de cuerpo.
En el capítulo 31 de “El libro de los Médiums”, en el punto 9 podemos encontrar una clara referencia a esto que estoy comentando. “¡Espíritas amaos! He aquí la primera enseñanza, ¡Instruiros! He aquí la segunda.
Cuando somos pequeños somos como esponjas, aprendemos muy rápido y con mucha mayor facilidad, por esto es tan importante que se comience a educar a los niños en el espiritismo. Gillón Ribeiro decía “Es inútil improvisar guías regeneradoras para forzar la rectitud de árboles que envejecieron torcidos. Las guías sólo aseguran el crecimiento correcto de las plantas nuevas, evitando que sus ramas se desvíen del rumbo cierto” y Leopoldo Machado decía algo parecido “Es preciso que cuidemos, por tanto del niño y del joven, plantas en proceso de crecimiento, aún moldeables y dirigibles hacia el bien mayor”
En la obra “El Consolador que prometió Jesús” Emmanuel nos dice que “El periodo infantil es el más serio y propicio a la asimilación de los principios educativos” Y nos explica que en los 7 primeros años de vida el espíritu encarnado se encuentra en un estado de adaptación a la nueva existencia, a esa edad aún no existe un acoplamiento perfecto del espíritu y el cuerpo físico, sus recuerdos del plano espiritual son más vivos y por esto es más susceptible de renovar su carácter.
La educación espírita no sólo es ofrecer los conocimientos del Espiritismo sino también envolver al alumno en una atmósfera de responsabilidad, de respeto a la vida, de fe en Dios, de consideración y amor hacia los semejantes, de valorización de las oportunidades recibidas… cómo veis es un trabajo necesario y muy importante.
Hay que diferenciar, también, que las enseñanzas y aprendizaje de las clases de educación espírita para los niños son diferentes de las enseñanzas religiosas, no es una catequesis, no se trata de poner normas, preceptos o interpretar textos, no, se trata más de incorporar una visión de uno mismo, de los demás, de la vida… y llevarlo a la práctica siempre con el fin de ser mejor persona.
¿Por qué es importante que los centros espíritas incorporen la educación espírita infanto-juvenil a sus actividades? Pues porque la mayor finalidad del Espiritismo es transformar a todos en hombres de bien, y para hacerlo no podemos construir la casa por el tejado, debemos hacerlo desde los cimientos, es decir, desde la infancia. Pensad que los niños de hoy son el futuro de mañana, serán los futuros obreros del movimiento espírita.
¿Qué necesitamos para implantar esta tarea en los centros?
Necesitamos, claro está, un lugar, un cuarto, una habitación… si nuestro centro sólo tiene un espacio, poner la clase de educación en un horario diferente a la de los adultos.
Necesitamos una persona o equipo de personas que quieran involucrarse en esta estupenda misión. Para ello es necesario que la persona tenga una buena base doctrinaria, que es lo va a enseñar a los pequeños, que quiera aprender con los niños, porque de ellos se aprende muchísimo, y que sobre todo quiera dar amor, porque para trabajar con niños esto es esencial.
Y es necesario tener niños…. Pues no! No es necesario tener niños encarnados. Lo principal es poner un horario de la clase, por ejemplo, los viernes de 8 a 9, y haya o no niños encarnados, el educador tiene que saludar, dar la clase, leer algún cuento y comentarlo... porque si la espiritualidad sabe que en tal centro un día a la semana, a una hora concreta va a haber este tipo de actividad, llevarán a niños espirituales a seguir las enseñanzas y poco a poco, aunque os parezca mentira, irán llegando niños encarnados. Esto no es teoría es real.
Es muy importante abrir clases de educación espírita infanto-juvenil en nuestros centros, no debemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, porque sabemos que todo tiene consecuencias y no podemos esperar a que nuestros niños crezcan, ya que de mayores tendrán que corregir defectos y equivocaciones que seguramente no tendrían si se les hubiese guiado desde pequeños.
Educar a los niños y jóvenes es una labor que nos compete a todos. Enseñando Espiritismo haremos adultos con menos problemas y en consecuencia habrá menos espíritus sufrientes.
Y qué mejor manera de divulgar el espiritismo que inculcárselo a nuestros niños. Con ellos, el mañana será un mundo mejor.
Para terminar me gustaría recordar las palabras de nuestro querido codificador Allan Kardec:
“Es por la Educación, más que por la Instrucción que se transformará la Humanidad.”
Yolanda Durán.
Coordinadora Dpto. Infanto-Juvenil de la FEE
Coordinadora Dpto. Infanto-Juvenil de la FEE
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