A veces me sorprendo observando las reacciones y diatribas de aquellos que se dicen espíritas (este punto no lo entiendo, la verdad), molestos por lo que consideran un ambiente excesivamente “religioso” o inquietos por alguna referencia a Jesús o el evangelio. Comprendo, sí, que en ocasiones impregnamos al movimiento espírita de un tufillo pseudo-católico que la doctrina en sí no tiene; pero también percibo el afán, en algunos, incluso fijación, de cientifismo que posee a otros.. estos que siempre están incómodos, a disgusto. Y, racionalmente, no puedo comprenderlos.
Basta una lectura superficial, sin entrar en profundidades, de la Codificación que dio lugar a la doctrina de los Espíritus, para saber que el aspecto moral de la misma descansa sobre el mensaje del Evangelio, es más; Jesús es propuesto por las Inteligencias superiores que dictaron la Doctrina como el ser más evolucionado que pasó por la Tierra. También figura en la Codificación que ser espírita y ser cristiano es la misma cosa, la alianza de la ciencia y de la religión, etc, etc.
¿Dónde está entonces la controversia? No la hay. Entonces, ¿de dónde surge tanta polémica? Me temo que de dos fuentes: la primera, nuestro ego y la segunda, la falta de estudio. No hay más.
Decía antes que sigo sin entender porqué determinadas personas insisten en estar incómodas, rodeadas de un ambiente con el que no concuerdan, porque esto no es ninguna imposición. No podemos hacer nada, en el sentido de que no se puede (por coherencia y justicia) cambiar las bases sobre las que descansa todo un edificio doctrinario, sea cual fuere, que forma parte de la cultura humana (y menos de este, que es planificación del Mundo espiritual). Nos puede incomodar las referencias a Jesús, por ejemplo, es lícito..pero no es lógico ni tiene consistencia real, porque Jesús y su mensaje forman parte de la propuesta espiritista.
NOS GUSTE O NO, los Espíritus guías de la Humanidad, reconociendo el papel de los otros avatares y reformadores del pensamiento humano, propusieron como modelo sublime al Maestro de Nazareth, no a Buda o Zoroastro.. Luego entonces la solución no es intentar, a capricho, añadir o quitar al código superior espiritista aspectos particulares propios del pequeño cosmos socio-cultural que cada cual porta, sino sopesar dos alternativas:
Estudiar mejor (e imparcialmente) la Doctrina
Unirse a otro ideal (de los que ya existen o bien a uno personal)
En eventos doctrinarios, reuniones, etc, vemos a algunas personas aisladas, molestas o abiertamente irritadas (hasta cierto punto es normal, están en un ambiente con el cual no sintonizan), y basta un pequeño diálogo con ellas para darse cuenta de que muchos son parapsicólogos, esotéricos, orientalistas, etc..equivocadamente adscritos a una doctrina distinta de la que interiormente profesan. Los que se retiran porque comprenden que no es el lugar que les llena, aciertan de pleno, puesto que al fin y al cabo muchos son los senderos de auto iluminación y saber, y todos, sin excepción, muy nobles.
El problema está para los que, por alguna extraña razón, se quedan... Estos, a pesar de todo, y en lugar de buscar y/o experimentar por otro lado, se obstinan en arremeter contra todo aquel aspecto que no casa con sus ideas. Si cambiásemos a voluntad todo aquello que no le gusta a alguien, tendríamos una doctrina “a la carta”, hecha de remiendos y añadidos personalistas. El Espiritismo es algo que ya está configurado, que ya viene con un cuerpo doctrinario que le es propio. Seamos sensatos..., y sobre todo, ocupemos nuestro tiempo en algo más útil.
Los postulados del Yoga, la Parapsicología o la homeopatía son magníficos, esto nadie lo puede objetar: pero NO son Espiritismo. En este punto exacto reside el problema. La verdadera práctica espiritista es universal y abierta, pero no hace sincretismo. Esto no es cuestión de rechazo, o de ser sectarios o cerrados, o no actualizados como esgrimen algunos (siempre a base de tópicos): es una cuestión de definición y epistemología, y por encima de todo, de coherencia doctrinaria.
Compañeros, amigos y simpatizantes: el Espiritismo es uno, no está sujeto a nuestros caprichos ideológicos ni intenta estar “a la moda”. Se puede vivenciar de manera diferente según nuestro carácter e inclinaciones, esto es natural; incluso unos pueden estar más inclinados al enfoque científico, otros al moral, etc. Pero sabemos de que estamos hablando, que fines persigue y cuales son sus propuestas, no tratamos de crear una nueva doctrina.
Innovar por innovar es pueril. Con frecuencia sólo es un argumento con el que racionalizamos nuestras pretensiones intelectuales. Innovación: la misma Doctrina nace con este sello.. puesto que ella marcha a la par que la ciencia humana (que a demás, la trasciende). Y por hablar de ciencia... A los que parece no interesar otra cosa que esta palabra (tan escasamente comprendida en nuestras filas, todo sea dicho), recordarles el matiz siguiente: El Espiritismo es ciencia espiritual..no una rama de cualquier ciencia académica, puesto como meridianamente se expresaba Allan Kardec: la ciencia como tal, es del todo impotente para fallar cuestiones espiritistas.
Concluyendo... A los que les “chirría” la palabra Jesús o Evangelio, recordarles que la Doctrina nace con esta propuesta, no es un añadido de los “religiosos”.. Por otro lado, pensar que enarbolando un antireligiosismo a ultranza se hace algo por la causa, me temo que es vana idea.
¿Religión o ciencia? La eterna discusión, perfecta proyección de nuestros personalismos con ganas de lucirse. Ciencia versus religión (y viceversa). No importa que argumentos utilicemos; si somos principiantes o experimentados, si somos catedráticos o no tenemos estudios universitarios. Es lo mismo: todos nos equivocamos cuando caemos en esta dicotomía que ya viene durando demasiado. Ya es hora de hacer cosas nuevas... aunque sólo sea hacer lo que se supone que venimos hacer: autorreforma, ayuda desinteresada, estudio y divulgación de la doctrina, etc, etc.
¡Salgamos de esta Tierra de nadie que es la discusión circular y plena de petulancias!
Dejemos a los eternos discutidores, a los polemistas (contra los que tanto nos precavió Kardec). Los demás.. trabajemos, con nuestras pequeñas virtudes y nuestros grandes defectos, pero sigamos adelante y seamos útiles. El tiempo pasa.. y no espera a nadie.
Juan Manuel Ruíz González
(Centro espírita José Grosso, Córdoba)
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