Me la envió mi querida amiga Solveig Nordstrom, y pertenece a la gran novelista sueca Selma Lagerlof . Se titula “Fagel Rodbrost” o “Pajarito Petirrojo” y dice así:
Ana María Sobrino
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“El Señor había creado el mundo, pero aún le faltaba pintar a todos los pajaritos y darles sus nombres. Por la tarde creó un pajarito gris, diciendo: “Recuerda, que tu nombre es Petirrojo”. ”Porque me llamas Petirrojo?” pregunto el pajarito, “no tengo ninguna pluma roja.”
Sonriendo le contesto el Señor: “Tu mismo tienes que merecer tu nombre”.
Pasaron muchos años... Muchas generaciones... Petirrojos nacieron y murieron. Amaron, cantaron y lucharon, pensando que el ardor de sus sentimientos pudiera colorear su pecho de rojo, pero en vano.
Un día, cuando un Petirrojo estaba sentado con sus pequeños en un rosal silvestre al lado de la carretera, vio una escena terrible: mucha gente vino corriendo y gritando, soldados con sandalias de hierro, jinetes con lanzas y escudos, mujeres y mendigos llorando...
Y, entre ellos, tres delincuentes, uno de ellos llevando su propia cruz. En su cabeza llevaba una corona de espinas que gravemente había herido su frente. El pequeño pájaro cogió animo, se acerco volando al infeliz y saco una espina que había penetrado profundamente en las carnes.
Una gota de sangre cayó al pecho del pajarito y lo coloreo de rojo.
El reo le susurro:”Por tu caridad has ganado a lo que tu especie ha aspirado desde la creación del mundo.”
Cuando volvió a su nido, los pequeños gritaron:
“Tu pecho es rojo, las plumas son más rojas que las rosas.”
“El color desaparecerá, cuando me bañe en la fuente”, dijo humildemente el pajarito.
Pero nunca desapareció. Desde entonces cada Petirrojo luce el pecho de ese color.”
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