Periódico espírita trimestral editado por el “Centro Espírita Entre el cielo y la tierra” Avda. de Madrid nº 29 Local - San Martín de Valdeiglesias (Madrid) - Blog de Espiritismo
miércoles, 2 de enero de 2008
¡Sin brazos y sin piernas! - ( Periódico Luz y Unión - Agosto de 1903 Amalia Domingo Soler)
En una de las oraciones que rezan los católicos romanos, llaman a este mundo valle de lágrimas, y creo que es la mejor definición que se puede hacer de esta penitenciaría del Universo, por que en realidad, no hay un solo ser que pueda vanagloriarse de decir ¡Soy feliz en toda la acepción de la palabra!
La mayoría de los potentados, suelen sufrir enfermedades incurables; hay millonario en los Estados Unidos, que sólo puede alimentarse con copas de leche en muy corta cantidad; otros no pueden dormir porque se ahogan y tienen millones de renta que no les proporcionan el menor goce, y descendiendo a los más pobres, si algunos son fuertes y robustos, carecen de los más indispensable para sostener sus fuerzas vitales; y se les ve decaer como lámpara que se apaga en el lleno de su juventud; por consiguiente, la felicidad, es una nube de humo que se deshace al menor soplo del viento huracanado de la vida, como se deshace la niebla a los primeros rayos del sol; mas en medio de tantos dolores, los hay de distintos grados: los hay soportables y los hay irresistibles. Hablando hace pocos días con una amiga, esta me decía lo siguiente:
-Hace algún tiempo, que fui a visitar un depósito de aguas, y allí encontré a una familia que nunca olvidaré. Era un matrimonio, los dos eran jóvenes, amables y simpáticos; en su semblante irradiaba el contento; los dos se amaban con ese amor primero que se asemeja a un árbol florido que espera ser más tarde hermoso racimo de sazonados frutos; se unieron por amor, únicamente por amor. El era un modestísimo empleado, ella una humilde costurera, se vieron y se amaron, se amaron y se unieron y al unirse, al recibir la bendición nupcial, él pensó en la llegada de su primer hijo, y ella contemplando a un niño Jesús, pidió a Dios tener un hijo tan hermoso como aquella figura angelical. Un año después, la enamorada pareja se sintió dominada de la más viva y amorosa ansiedad, a fuerza de economías habían comprado todo lo necesario para vestir a un recién nacido: camisitas de batista con preciosos encajes, vestiditos blancos con finos bordados, gorritas liadísimas, todo lo más bello, todo lo más delicado les parecía poco para el niño que debía llegar pidiendo besos con sus sonrisas. Al fin llegó el momento supremo, Áurea sintió los agudos dolores precursores del laborioso alumbramiento y dio a luz a un niño: quiso verle inmediatamente y su esposo y las personas que la rodeaban mustios y callados, parecía que no la comprendían, se miraban unos a otros y cuchicheaban, hasta que Áurea gritó alarmadísima:
-Pero qué, ¿no me oyen? Quiero abrazar a mi hijo ¿está muerto, quizá…?
-No, contestó su esposo, pero…
-¿Pero qué?¿qué sucede?
-¡Qué el niño no tiene ni brazos… ni piernas…!
-Así estará más tiempo en mis brazos, contestó Áurea abrazando a su hijo con delirante afán.
El niño era precioso, blanco como la nieve, con ojos azules, cabello rubio muy abundante, sus grandes ojos tenían una mirada muy expresiva, cuando yo conocí al niño tendría ocho o diez meses y estaba hermosísimo, su madre estaba loca con él y su padre lo mismo, pero este último cuando su esposa no podía oírle, decía con profunda amargura: tanto como deseaba un hijo… y ha venido ¡sin brazos y sin piernas!...
¡Qué injusto es Dios!... si mi hijo fuera rico, menos mal, pero ¡si yo soy tan pobre!...
Créeme Amalia, aquel niño vive en mi memoria ¿qué habrá sido? ¿qué papel habrá representado en la historia? _Yo lo preguntaré amiga mía, por que tu relato me ha impresionado muchísimo; y efectivamente, de noche y de día, pienso en el niño que tanto deberá sufrir si llega a ser hombre, ¡no tener ni brazos ni piernas!... ¡qué horror! Y probablemente será un ser de gran inteligencia, querrá volar con su pensamiento y no tiene más remedio que permanecer en la más dolorosa inacción. ¡Dios mío! ¡Dios mío!..
No es vana curiosidad la que me guía, pero deseo saber si es posible el porqué de tan terrible expiación.
II
Por el fruto conoceréis al árbol” (dijo Jesús) por consiguiente, todo ser que veáis cargado de cadenas desde el momento de nacer, podéis deducir, sin la menor duda, que de todo lo que le falte, hizo mal uso en sus encarnaciones anteriores. ¿Qué no tiene piernas? Señal que cuando las tuvo le sirvieron para hacer todo el daño que pudo, quizá fue un expía que corrió afanoso detrás de algunos infelices para acusarles de crímenes que no cometieron y con sus delaciones antes de tiempo, produjeron innumerables víctimas. Tal vez corrió para realizar sus inicuos planes; al que le faltan las piernas tiene que haberlas empleado en atormentar a sus enemigos, tiene que haber sido el azote de cuantos le han rodeado: carecer de miembros tan necesarios, pone de manifiesto una crueldad sin límites, un ensañamiento en hacer el mal, imposible de describir, unos instintos tan perversos, que atestiguan el placer de hacer el mal, por el mal mismo. ¡Ay de aquel que nace sin piernas!...”
¿Qué no tiene brazos? Quizá sus manos que tan útiles son a la especie humana para hacer con ellas obras de titanes y labores delicadísimas, las empleó para firmar sentencias de muerte que llevaron al patíbulo innumerables víctimas inocentes en su mayoría. Tal vez gozó apretando los tornillos de horribles potros de tormento, arrancando confesiones de infelices acusados, enloquecidos por el dolor; ¡quién sabe si escribió calumnias horribles que destruyeron la tranquilidad y el amor de familias dichosas! ¡Se puede hacer tanto daño con las manos!... con ellas se acerca la mecha a materias inflamables y se produce el devorador incendio, con ellas el fuerte estrangula al débil, con ellas se abofetea y se convierte en fiera al hombre más pacífico y más honrado, con ellas se destruye el trabajo de muchas generaciones. Son los auxiliares del hombre, que con sus manos produce maravillas y aniquila cuanto existe. Cuando se viene a la tierra sin manos, ¡cuánto daño se habrá hecho con ellas!
No hay necesidad de particularizar la historia de este ni de aquél, todos los que ingresan en la tierra, sin un cuerpo robusto y bien equilibrado, son penados condenados a la cadena perpetua, que vienen a cumplir su condena por que no hay apelación ante la sentencia que uno mismo firma en el transcurso de su vida. No hay jueces implacables que nieguen el indulto a los arrepentidos criminales, no hay más juez que la conciencia del hombre, podrá no tener oídos para escuchar las maldiciones de sus victimas, podrá cerrar los ojos para no ver los cuadros de desolación que él ha producido, podrá estacionarse millones de siglos, pero llega un día que a pesar suyo, se despierta y entonces ve, y entonces oye, y entonces reconoce su pequeñez, y entonces el mismo se llama a juicio y pronuncia su sentencia, sentencia inapelable, sentencia que se cumple hora por hora, día por día, sin que se exima del tormento ni un segundo, porque todo está sujeto a leyes fijas e inmutables.
No lo dudéis, los criminales de ayer, son los tullidos de hoy, los ciegos, los mudos, los idiotas, los que carecen de piernas, los que no tienen manos, los que padecen hambre y sed y son perseguidos por la justicia.
Tenéis un refrán que dice: “No te fíes del lisiado por la mano de Dios”, la idea está muy mal expresada, pero en su fondo hay una gran verdad. Si bien se mira, veréis que la mayoría de esos desgraciados, revelan en su semblante la degradación de su espíritu, la diestra de Dios no ha impreso la ferocidad en su rostro, es el cúmulo de sus delitos, son sus malos y perversos instintos los que han endurecido las líneas de su faz; y para esos penados guardad toda vuestra compasión, guiadles por el mejor camino, haced por ellos cuanto haríais por vuestros hijos, porque son los más necesitados, los más afligidos, por que en medio de la mayor abundancia no hay para ellos agua en las fuentes, trigo en los campos, frutos en los árboles, calor en el hogar de la familia, son los judíos errantes de la leyenda, andan siempre sin encontrar una piedra donde sentarse, ¡QUÉ MALO ES SER MALO!. Adiós.
III
¡Qué bien dice el espíritu! Si por el fruto se conoce el árbol, ¡qué malo es ser malo!
Amalia Domingo Soler
Periódico Luz y Unión
Agosto de 1903
Gracias Amalia por el enorme esfuerzo que hiciste y sigues haciendo por todos los espíritas, porque aunque tu vida fue un camino de espinas fuiste fuerte y valiente para llevar a cada rincón del mundo esta grandiosa enseñanza que es el Espiritismo.
Centro Espírita Entre el Cielo y la Tierra.
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