Antes de sumergirnos en los escollos de la obsesión, comenzamos por estudiar el pensamiento:
Imaginar es crear, cuando pensamos estamos emitiendo una determinada energía dotada de vida y movimiento. Actuando a través de ondas sutiles en circuitos de acción y reacción, imponiendo responsabilidad a la conciencia que lo manifiesta. Nuestros pensamientos generan nuestros actos y nuestros actos generan pensamientos en los otros, donde hay pensamiento hay corriente mental y donde hay corriente mental existe asociación. Toda asociación es interdependencia e influencia recíproca.
Según el Espíritu Emmanuel “La mente humana es un espejo de luz emitiendo rayos y asimilándolos, son esos rayos la fuerza de niebla o de luz, felicidad o desventura, cielo o infierno, donde quiera que el espíritu esté”.
Dios ha creado todo perfecto, al pensar o actuar mal estamos estropeando la creación divina, de ahí la gran importancia de pensar o actuar en el bien. Siempre que hacemos esto estamos edificando nuestra felicidad o rescatando antiguos errores del pretérito.
A través de un pensamiento continuo generamos una corriente mental que puede influir tanto sobre encarnados como en desencarnados y ellos sobre noso- tros siempre que haya una sintonía. Esta propiedad intrínseca del alma explica el acierto de Allan Kardec al afirmar que la facultad mediúmnica es inherente al hombre, no constituye por tanto, un privilegio exclusivo de nadie al igual que el resto de facultades humanas están más o menos desarrolladas en todos los individuos. La influencia de un espíritu puede ir desde una simple sugerencia captada como un pensamiento a un intercambio completo de ideas entre el espíritu y el médium.
Según “El libro de los Médiums” de Allan Kardec, la obsesión es “El dominio que algunos espíritus logran adquirir sobre ciertas personas, esto nunca tiene lugar sino por espíritus inferiores”. Dentro de este fenómeno encontramos muchos matices, según el grado encontraremos:
Obsesión simple, la fascinación y la subyugación.
En la obsesión simple ocurre que un espíritu mentiroso engaña al médium en las comunicaciones que recibe, se hace pasar por quien no es aunque aquí el médium sabe que está siendo engañado y reconoce la artimaña. Esto sucede en una comunicación mediúmnica, pero ¿Qué ocurre con la acción de estos espíritus sobre el resto de encanados? Se trata simplemente de espíritus más traviesos que malvados, nos sugieren pensamientos enredados, contrariados, meten cizaña, etc. La gran mayoría de la población está expuesta a esta obsesión, aunque es necesario que haya una sintonía entre obsesor y obsesado, la cual proviene de procesos de vinculación mental entre ambos. A continuación citaremos un ejemplo: Al recibir una mala noticia, me enfado y con ese sentimiento bajo la vibración, la cual es captada por un espíritu travieso que mentalmente pincha para que me enfade más, al rato se me pasa.
Esta obsesión no es grave, aunque es desagradable.
La fascinación tiene consecuencias mucho más graves. Es una ilusión producida por la acción directa del espíritu sobre el pensamiento del médium, que paraliza su juicio con respecto a las comunicaciones que recibe. El médium no cree ser engañado y el espíritu consigue inspirarle una confianza ciega pudiendo hacerle aceptar las doctrinas más extravagantes y las teorías más falsas, como si fuera la única expresión de la verdad, e incluso dirigirle a cometer las acciones más ridículas. El espíritu suele manipularlo para alejarlo de cualquiera que pudiera abrirle los ojos y siempre cree tener la razón en todo. Los hombres más instruidos e inteligentes bajo otros conceptos no están exentos de esto.
Según aumenta el grado de dominio pasamos a la subyugación donde espíritus vengativos ejercen su influencia paralizando la voluntad del obsesado, haciéndole actuar a pesar suyo. La subyugación puede ser moral, cuando el médium toma decisiones absurdas y comprometidas o corporal, cuando el espíritu actúa sobre los órganos del cuerpo del médium provocando movimientos involuntarios, como por ejemplo no poder dejar de escribir incluso en los momentos más inoportunos.
Estas serían las características de fascinación y subyugación entre un espíritu y el médium, pero ¿Qué ocurre con el resto de la población?¿Está exenta de este peligro? Indudablemente no. Desde que el encarnado permitió el acceso de espíritus a su psiquismo, ellos irán infiltrándose lentamente, realizando un trabajo oculto de hipnosis mental. Un día, cuando queremos abrir los ojos el acogimiento se ha hecho tan profundo que se hace difícil apartarlo. Los psiquiatras están llenos de casos de esta índole, donde la ficha de más de un enfermo mental, para los espíritas serán hermanos que menospreciaron la ley de amor en el pasado, contrayendo compromisos con sus verdugos de hoy.
Como ejemplo de subyugación de espíritus a médiums, tuve la oportunidad de vivir un caso en primera persona realmente curioso e interesante, en el cual pude contrastar muchas características de fascinación y subyugación esclarecidas por Allan Kardec en el Libro de los Médiums capítulo XXIII “De la Obsesión”. Se trata de un chico que aprendió a hacer psicografía por sí sólo sin estudio previo ni compañía de nadie, permaneció tres días enteros psicografiando, apenas durmió, escribía de una manara compulsiva por todas partes sin poder parar (subyugación corporal). Me comentó que cuando llevaba mucho tiempo escribiendo, simplemente con un leve movimiento de mano, como se le había abierto el canal, llegaba a oír claramente a los espíritus. Las ideas más inverosímiles llegó a creer, me dijo que al estar viviendo un hecho tan palpable creía todo lo que le decían, desde que él era San Francisco de Asís hasta las cosas más absurdas.
Al tercer día, físicamente agotado y diciendo todas estas tonterías, cuando lo pudimos ver como estaba entre unos amigos y yo lo llevamos al hospital. Allí la doctora al verlo y contarle nosotros todo lo que decía le abría expediente psiquiátrico, justo en ese momento cuando rellenaba el informe médico, fue cuando el chico se dio cuenta de que estaba siendo engañado por los espíritus, al verse entre la espada y la pared en una situación que no comprendía. Para salir del paso le dijo a la mujer que había estado tomando drogas (siendo esto mentira). Lo dejaron un día durmiendo en el hospital en observación. A la mañana siguiente le dieron el alta y regresó a casa. Según nos contó más tarde no dejaba de escuchar a los espíritus en todo momento, pero como ya no se fiaba de ellos ya no les hacía caso. En ese momento quiso cortar todo eso pero la percepción mediúmnica se había abierto tanto que permaneció entre una y dos semanas con los mismos síntomas.
Este es un caso, para mi, realmente importante ya que recuerdo como si fuera hoy cuando le aconsejaba que tenía que ir a algún centro espírita y estudiar la doctrina de Allan Kardec, respondiéndome él “Ahora mismo me están diciendo los espíritus que ni se me ocurra, que no te haga caso”.
Pasamos a analizar lo que vulgarmente se llama posesión, que no sería otra cosa que una subyugación corporal grave, ya que la palabra poseído presupone la existencia de seres demoníacos o de mala naturaleza, al igual que tampoco pueden estar dos espíritus dentro de un mismo cuerpo. Lo que sí ocurre es una dependencia completa o dominio casi absoluto del encarnado obsesado con respecto a los espíritus imperfectos obsesores que lo subyugan, donde sintonizados uno a otro el obsesor se aferra a la organización psíquica provocando un desequilibrio en la organización periespiritual con el consiguiente desajuste orgánico, ambos se encuentran prisioneros de los mismos pensamientos, emociones y sentimientos donde el remordimiento es siempre el punto de sintonía entre el deudor y el acreedor. Son dos hermanos, uno en la carne y otro fuera de ella con los cerebros intoxicados, es imprescindible comprender la perversidad como locura, la rebeldía como ignorancia y el desespero como enfermedad tanto obsesor como obsesado son hijos de Dios, hermanos nuestros que merecen todo nuestro cariño, amor y comprensión ya que nadie elude la justicia divina. Es preciso que el encarnado se rinda al bien y con eso conseguirá la modificación del “tonus mental” del adversario que se verá arrastrado a la propia renovación con sus ejemplos de comprensión, renuncia, humildad y fe.
Esperamos que un día las obsesiones y sus psicopatologías sean estudiadas por la ciencia oficial, especialmente en el área de la salud. El Espiritismo abre nueva senda en el “Arte de Curar”, proporciona a la ciencia el medio por el cual alcanza el éxito donde antes, casi siempre, se mal lograban sus esfuerzos, por la razón de no atender la causa del mal. Con el tiempo, creemos, habrá una nueva clasificación de las dolencias mentales deben influir los médicos espíritas y espiritualistas presentando estudios e investigaciones que contribuyan a esa nueva clasificación.
Estudiando la serie de André Luiz, podemos concluir que todos nosotros, espíritus en evolución en la Tierra, tenemos nuestra cuota de obsesión en mayor o menos grado y todos estamos trabajando por la propia liberación, ya que todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas al acceso de los malos espíritus, siendo el orgullo el principal de los defectos, porque es lo que la criatura menos se confiesa a sí mismo. El más poderoso medio para combatir la influencia de los malos espíritus es aproximarse, lo máximo posible, a la naturaleza de los buenos, es de gran importancia que de vez en cuando hagamos un examen de conciencia y que nos observemos interiormente, ya que sólo la renovación moral con estudio, reforma íntima y ejercicio en el bien pueden producir resultados efectivos en el campo de la obsesión.
Javier Gargallo
Ctro. Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”
No hay comentarios:
Publicar un comentario