Me pregunto qué pensaría cualquier persona si en una conversación normal se expusiera el tema de “la mediumnidad”.
Imagino que de repente, se haría el silencio hasta que alguien empezara a hablar “de ese caso que le contó fulanito en una ocasión” y a partir de ahí se abriría un amplio abanico de exposiciones variopintas.
Pero, ¿qué significa la palabra en cuestión?
Si la buscamos en el diccionario de la lengua española, no la vamos a encontrar.
Para darle sentido utilizaré la definición de la palabra “médium”:
Procedente del latín, significa medio. Persona a la que se considera dotada de facultades paranormales que le permiten actuar de mediadora en la consecución de fenómenos parapsicológicos o de hipotéticas comunicaciones con los espíritus.
Atendiendo a esta definición llamaremos “mediumnidad” a la facultad de la que están dotados los “médiums”.
Si volvemos la vista al pasado veremos que la comunicación con los seres desencarnados (fallecidos) ha sido un fenómeno que se manifestaba libremente en el pueblo, independientemente de su nivel cultural y social.
En muchas ocasiones, sólo unos pocos eran los iniciados a través de comunidades secretas, transmitiéndose el conocimiento, de maestro a alumno.
Ahora, en la actualidad, tenemos la facilidad de poder hablar y adquirir el conocimiento necesario.
Cuando sucede un hecho no común en nuestras vidas posiblemente nos asustemos, e incluso pensaremos si nos estamos volviendo locos. Dependiendo del suceso, le daremos importancia o buscaremos miles de razones lógicas para encontrar la explicación adecuada. Pero, ¿cómo explicar que un objeto se mueva, cuándo sabemos y hemos comprobado que ha ocurrido? ¿Y cuándo sentimos que somos tocados? ¿De qué forma enfrentarnos a esa figura que aparece y desaparece?
Es un tema delicado sobre todo para tratarlo abiertamente en nuestra sociedad, sin que se nos mire "de forma interrogativa”. Y lo curioso es, que raramente alguien no sepa de un familiar, amigo, vecino o compañero que no conozca una experiencia de estas características.
Hay hechos como los de Swedenborg en Suecia y Hydesville en New York, que sacudieron a la sociedad de esa época. Edward Swedenborg, que nació en 1688 y murió en 1772, fue médium y clarividente. A través de sus sueños y trances recibía mensajes y revelaciones de gran importancia. Uno de los sorprendentes hechos fue el del incendio que se produjo en Estocolmo, detallando sus víctimas, estragos y fecha exacta. También sostuvo que el Universo se compone de esferas luminosas, las cuales nos sirven de morada después de la muerte, donde hay espíritus buenos y malos y con los cuales el hombre puede entrar en comunicación con ellos.
El suceso de Hydesville en 1848, nos hace referencia a la familia Fox, en cuya casa, de repente, se empezaron a escuchar ruidos y golpes extraños e incoherentes. Las hijas del matrimonio; Margaret y Kate, encontraron que eran producidos por un espíritu que comunicaba con ellas a través de un alfabeto basado en esos mismos golpes. Aquél ser decía haber sido asesinado y sepultado en el sótano de la casa. Las investigaciones encontraron el cadáver del hombre, confirmando así, que el contacto fue real.
A partir de este momento “las mesas parlantes” empezaron a tener su relevancia en la alta sociedad francesa, que empezando como forma de diversión, atrajo a innumerables personalidades de renombre, algunos de los cuales, se dedicaron a la observación y estudio serio de este fenómeno y posteriormente de otros, pasando por encima de la superchería y el engaño.
Gracias a la iniciativa de todas estas personas, su dedicación y trabajo, tenemos información necesaria para encontrar explicación a diferentes hechos.
Allan Kardec codificó y reunió todo el conocimiento adquirido a través de esta ciencia basada en la observación, abriendo una puerta a las nociones precisas para desenvolverse en ese espacio.
Sólo a través de la instrucción, haciendo uso de la razón, y con gran respeto perderemos el miedo a lo desconocido.
Y después….
¿Qué hacer con la facultad mediúmnica?
No debe limitarse exclusivamente a las manifestaciones físicas, a pesar de ser la parte que más llama la atención, tanto de investigadores competentes, como de personas no preparadas para lo que allí se origina.
También las buenas cualidades morales son indispensables para el desarrollo de sus capacidades, así como para estar en guardia contra las falsas interpretaciones, el error y el desaliento.
León Denis, en su obra “EN LO INVISIBLE”, nos explica que estamos rodeados de una multitud de espíritus ávidos de entrar en comunicación con los humanos y que especialmente son poco adelantados, ligeros, traviesos y en ocasiones perjudiciales.
Hay casos en los que conociendo el lado débil del médium, le adulan en su amor propio y en sus ideas, llevándole a aislarse en su trabajo y apartándole de todo consejo ilustrado.
Este es el principio de una obsesión.
¿Por qué son tan importantes las cualidades morales?
Empezaré haciendo referencia a la época de Abraham, unos 1990 años a.C., en Egipto, vivió un hombre llamado Hermes Trimegistus. Fue considerado como uno de los grandes maestros, siendo deificado bajo el nombre de Toth, y en Grecia bajo el de Hermes, el Dios de la sabiduría. Y en sus enseñanzas ya se recogían siete principios.
Uno de ellos el “principio de vibración”, el otro; el “principio de correspondencia”.
León Denis expone que todas las manifestaciones de la naturaleza y de la vida se resumen en “vibraciones” más o menos rápidas y extensas según las causas que las producen.
Todo vibra en el Universo, el sonido, la luz, el calor, en un abanico tan amplio de caracteres que nuestros sentidos físicos no nos permiten percibir toda la gama de sonidos, colores, aromas, etc.
La ley de las atracciones y las correspondencias rige todas las cosas.
Las vibraciones al atraer a otras similares, aproximan y unen los corazones, las almas y los pensamientos. Cuando en nuestro pensamiento los malos deseos como la codicia, la envidia, el orgullo, etc. son la tónica habitual, estamos vibrando en una sintonía determinada, que atraerá en consecuencia espíritus afines.
Lo mismo ocurre con nuestro pensamiento. Según el estado en que vibremos atraeremos unas entidades viciosas, o por el contrario entidades elevadas.
Si a través del estudio realizado por el profesor japonés Masaru Emoto, basado en los trabajos de investigación procedentes del análisis del agua mediante la utilización de resonancia magnética, nos deja la evidencia de que los pensamientos y las emociones pueden alterar la estructura molecular del agua, podemos hacernos una idea de cómo nuestra educación moral reflejándose a través de nuestros pensamientos, puede acercarnos a unas entidades u otras.
En este Universo infinito y tan desconocido todo está conectado.
Ana Sobrino
Grupo Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”
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