miércoles, 13 de junio de 2007

Una experiencia: Ley de Causa y Efecto

Desde mi infancia, recuerdo haber sido una persona con un fuerte carácter. Continuamente me rebelaba con todo. Las injusticias me desquiciaban. No lograba comprenderlas. La educación que recibí fue la mejor que supieron darme, pero en aquella época era bastante sexista. Yo no comprendía por qué yo tenía que fregar los cacharros y mi hermano podía jugar y como este ejemplo infinidad de situaciones y detalles.
Repito que la educación recibida fue la mejor que sabían darme, no había maldad en ello. Sólo era eso lo que había.Pero entonces no lo podía ver y me sentía muy desdichada.

Después en la época laboral a pesar de ser capaz de hacer las cosas mejor que otros compañeros, o incluso de ser yo quien les sacara las castañas del fuego, mi trabajo no era reconocido por no tener estudios superiores. Afortunadamente la visión de la educación ha cambiado y no se discriminan tanto las labores del hogar, pero en el mundo laboral la vorágine de competencia y poder es cada vez mayor.

Bien, como era una persona rebelde y orgullosa no cabe decir que me pasaba la mayor parte de la vida con la espada en alto. No me daba cuenta de que los enfrentamientos en los que yo formaba parte no sólo me hacían infeliz a mí, sino que también generaba sufrimiento a todos quienes me rodeaban y se veían involucrados.

La educación moral era estricta. No robarás, no matarás, no mentirás, etc. Aprender todo esto era bueno, en definitiva, "no hacer nada a nadie, si no te gusta que te lo hagan".

Por otro lado faltar a cualquiera de estos cánones, aunque sólo fuera desobedecer, tenía como consecuencia un castigo (por ejemplo no ver la tele, o no salir a jugar con los amigos, o una amonestación en el trabajo).

Pero...... ¿y si nadie se enteraba?
Nada, no pasaba nada.
¡Error! ¡Qué gran error! ¡Cuanta ignorancia y cuanto sufrimiento pensar de esa manera!

La expresión más corriente era ¿por qué me pasa esto a mi?

La rueda una vez que empieza a girar, toma fuerza y si tú me haces daño a mí, yo te lo hago a tí y entonces tú me golpeas más fuerte.
Pero ¿qué pasaría si la paramos?
Hoy sé que existe una "Ley Natural". No es moderna, data de más allá de los tiempos. Es la "LEY DE CAUSA Y EFECTO"
Veréis yo no tuve oportunidad de oir hablar de ella hasta hace unos pocos años.

Al principio "entendía" perfectamente lo que quería decir pero no "asimilaba" su importancia. En teoría yo entendia que si por ejemplo se me ocurria robar algo, en consecuencia a mi me sustraerían algo, y si además mi acto fue con la intención de hacer daño, seguro que lo que me quitaran sería de valor para mí y hasta es posible que con violencia me lo arrebataran. (Podemos pararnos a pensar si alguna vez nos han robado ¿No es posible que de algun modo nosotros hallamos cometido ese acto simplemente cogiendo algún objeto por capricho en algún lugar sin pagarlo? Hasta es posible que pensaramos que teníamos derecho a cogerlo)

Al pararme a observar, mirando hacia atrás, cuando la pregunta del porqué acudía a mi mente, me dí cuenta, en la mayoría de los casos del porqué. En otros mi orgullo no me permitía ver que se pudiera caer tan bajo por tan poca cosa a veces. Cuando realmente "asimilé"esa Ley fué una noche. Después de pasar ocho años luchando con la enfermedad de un ser muy querido para mi, y para la cual la medicina no encontraba ninguna solución, me senté a pensar después de la pregunta del "¿por qué?". Y me puse a pedir por ese ser y su sufrimiento desde la parte más profunda de mi corazón. Entonces vino a mi un recuerdo que mi orgullo me permitió revivir.

Hubo un momento de nuestra vida en que dejamos que la incompresión y la intolerancia se asentara en nuestras vidas.Recordé que en un momento que yo lo estaba pasando mal, esa persona me hirió tan profundamente con sus palabras que le deseé con todo mi odio y mi rabia que viviera esa misma situación mia para que así la comprendiera.
La verdad no sabía el alcance al que llegaría mi pensamiento en aquel momento, pero cuando aquella noche ese recuerdo asaltó mi mente lloré las lágrimas más amargas que hasta entonces había llorado.

Pedí perdón por ello y seguí implorando para que el sufrimiento de esa persona mitigara. Aquel Ser Supremo a quien yo se lo pedí, debió escucharme, porque la mejoría fue lenta pero continua.
Espero que tú que estas leyendo estas líneas tengas la oportunidad de "asimilar" desde el fondo de tu ser esta "LEY" para evitarte sufrimientos y preguntarte ¿por qué?. Aplícalo en tu vida y seguro que hallarás más felicidad.

Ana Sobrino
Grupo Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”

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